Barata ayuda a Graña para ser colaborador
GyM y la concentración mediática presionaron, “llegaron a un acuerdo” y lo lograron, dice.
El 30 de junio de 2014 el consorcio Gasoducto Sur Peruano -integrado por la brasileña Odebrecht Latinvest (75 %) y la española Enagás Internacional SLU (25 %)- se adjudica la buena pro por un monto de US$7,328’657.511 como costo total del proyecto.
Ese día, en presencia del ministro Eleodoro Mayorga, los ejecutivos de la agencia estatal ProInversión informaron que rechazaron la propuesta técnica planteada por la competencia de Odebrecht-Enagás, el consorcio Gasoducto Peruano del Sur -integrado por GDF Suez, Sempra, Techint y TGI.
Al mes siguiente, y de manera imprevista, el 23 de julio se firmó el contrato del proyecto Gasoducto del Sur Peruano entre el Gobierno y el citado consorcio.
Para entonces El Comercio, Peru21 y Gestión ya estaban en una campaña de descalificación del consorcio encabezado por la francesa GDF Suez, la misma que no pararía hasta el 30 de septiembre de 2015, día en que Odebrecht y su consorciada española integran a Graña y Montero con el 20% de las acciones.
La campaña de la concentración mediática también criticó en forma dura el monto o el costo total del proyecto (US$ 7,328’657.511) y el llamado Ingreso Anual Garantizado que era el pago del gasoducto por los peruanos en las tarifas de luz eléctrica.
Ese comportamiento de Graña y Montero y sus ejecutivos José Graña y otros, de hostilidad abierta a Odebrecht, obviamente que no solo tuvo que tratarse en Palacio de Gobierno, como ayer lo ha reconocido Jorge Barata en su declaraciones ante la fiscal Geovana Mori, en Curituba, Brasil, sino al más alto nivel con la entonces presidenta brasileña Dilma Rousseff.
En esta perspectiva, debe estar claro que no es cierto que José Graña o la empresa Graña y Montero haya sido el socio oculto de Odebrecht o de Jorge Barata.
Eso es lo que opina el experto en temas energéticos, César Gutiérrez, expresidente de Petroperú. No es que haya sido socio oculto sino que “llegaron a un acuerdo”, dice, para el manejo del proyecto, incluso para la estructuración financiera.
En todo caso, agrega Gutiérrez, “lo que está haciendo Barata es darle un apoyo o una santificación a la colaboración eficaz de José Graña Miró Quesada, como si hubiera sabido todos los entretelones del proceso, lo que no era cierto porque los medios que controlan estaban en plan de críticos ácidos”.
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