“Este es el siglo de China, pero también de América Latina”, señala Gustavo Pacheco, presidente del Parlamento Andino
Ante la política fragmentada de hoy, resaltó la importancia de los parlamentos como actores clave y un espacio de representación plural por excelencia. Se busca crear una mayor conciencia sobre la integración regional.
¿Es posible implementar una placa única para el transporte terrestre en la Comunidad Andina?
Debemos perseverar en este debate. Europa ya cuenta con una Placa Común, lo que ha facilitado notablemente la circulación entre sus países. No se trata de eliminar las placas nacionales: quien resida en Huancavelica seguirá utilizando su placa peruana si no tiene intención de salir del país.
Sin embargo, los transportistas que deseen operar en varios países podrían acceder a una Placa Común Andina. Reconozco que es un proceso administrativo complejo, pero estoy convencido de que pronto daremos los primeros pasos para hacerlo realidad.
¿Cómo contribuye el sistema de integración andina al fortalecimiento de las relaciones económicas, materiales y migratorias?
La Comunidad Andina desempeña un papel clave en el impulso de relaciones económicas, materiales y migratorias más sólidas entre sus países miembros. Un ejemplo relevante es la diáspora venezolana, que ha alcanzado los 8 millones de personas. Es importante señalar que Venezuela, aunque actualmente no es miembro pleno, mantiene vínculos con la Comunidad Andina al formar parte del Convenio Andino de Salud “Hipólito Unanue”, de la Corporación Andina de Fomento (CAF) –nuestro banco de desarrollo regional– y del Fondo Latinoamericano de Reservas.
Se prevé que Venezuela retome pronto su participación en el Parlamento Andino una vez que se normalice su situación.
De esos 8 millones de venezolanos migrantes, aproximadamente 4 millones se han establecido en Colombia, 2 millones en Perú y el resto en otros países de la región. Frente a este fenómeno, la Comunidad Andina promueve una visión integradora de la migración, sustentada en una historia compartida de más de 5,000 años de convivencia pacífica.
Cabe recordar que solo en los últimos dos siglos nos hemos dividido políticamente, cada país con su propia bandera. Experiencias como las de China y Rusia, que tras largos períodos de fragmentación lograron reintegrarse, nos demuestran que la unidad y la cooperación regional son posibles y necesarias para afrontar los desafíos actuales.
¿Qué ocurre con la geopolítica en el siglo XXI? ¿Cuál es su análisis de estos cambios y de la urgencia de nuevas potencias?
En realidad, no hay nada nuevo bajo el sol: desde los tiempos de Caín y Abel, la humanidad ha vivido en sociedades marcadas por la violencia. Lamentablemente, parece que no hemos aprendido de las lecciones de las guerras mundiales, ni de tragedias más recientes como la desintegración violenta de Yugoslavia en seis países. Todo ello obedece, en última instancia, a dinámicas geopolíticas.
La geopolítica puede entenderse como la aplicación de las ciencias del gobierno a la geografía, siempre atravesada por la pugna de intereses hegemónicos. En este contexto, América Latina destaca como el único continente de paz, pues nos hemos declarado región libre de armas nucleares, a diferencia de otras regiones del mundo donde las potencias compiten por el control de recursos estratégicos, como el uranio.
En la actualidad, tres grandes actores dominan el escenario geopolítico mundial: China, Estados Unidos y Rusia. Sin embargo, es previsible que, a lo largo del siglo XXI, otros países y bloques regionales vayan adquiriendo un protagonismo creciente en el orden internacional.
¿Cuál es su visión sobre Europa y España?
Tengo la doble nacionalidad, peruana y española, y guardo un profundo respeto por España, la tierra de mis antepasados y el país donde me formé. Sin embargo, al observar la realidad europea, no puedo dejar de notar que, tras más de 3,000 años de guerras, el continente sigue incrementando su gasto militar: del 2% del PIB se proyecta que alcanzará el 5%. Los principales beneficiarios de este aumento son los fabricantes de armas, mientras que los grandes perdedores son la democracia, la paz y los derechos humanos. Resulta alarmante cómo, en tiempo real, vemos morir niños y, lamentablemente, la sociedad parece haberse acostumbrado a ello.
Europa sostiene que el fortalecimiento militar es indispensable para preservar la paz, bajo la premisa de que un país armado disuade posibles ataques de sus vecinos. Puedo comprender esta lógica, pero, como hombre de paz, me resulta profundamente inquietante.
Por otro lado, Europa enfrenta un serio desafío demográfico: la natalidad negativa. En pocas décadas, su población originaria disminuirá notablemente y será reemplazada en gran parte por migrantes de origen árabe, persa, turco y latinoamericano. Este fenómeno plantea retos y oportunidades que la región deberá afrontar en el corto y también en el mediano plazo.
¿Cuál es el papel de China en este escenario?
China se comporta como un actor geopolítico de dimensiones planetarias, operando en varios niveles simultáneamente. No es solo un país ni un continente: podríamos considerarla, incluso, un “planeta” en sí mismo, dada su influencia y complejidad. Tengo el proyecto de escribir un libro al que titularé, precisamente, “El planeta China”, porque considero que su presencia trasciende las fronteras convencionales.
El modelo chino es el de un partido-Estado con múltiples brazos de acción. A través del Acuerdo de Seguridad de Shanghái, China establece alianzas estratégicas con India y Rusia; en el marco de los BRICS, ha logrado sumar a decenas de países, ampliando su influencia global; mientras que en foros como APEC y la ASEAN mantiene un rol destacado como socio preferente. Este enfoque multinivel y multilateral le permite proyectar poder e influencia en diversas regiones del mundo.
En el ámbito monetario, China no solo impulsa el uso internacional del yuan, sino que también promueve la creación de una moneda común entre los países BRICS, desafiando así la hegemonía de las monedas occidentales.
A diferencia de otras potencias, China es el único país que verdaderamente ha dado el salto al siglo XXI, con una visión estratégica de largo plazo y una concepción de civilización que aspira a proyectarse universalmente. La mirada a futuro y su vocación global la convierten en un actor internacional contemporáneo sin parangón.
¿Y qué ocurre con países como Turquía, Indonesia o Marruecos?
En décadas pasadas, el Movimiento de Países No Alineados –liderado principalmente por India y Cuba durante los años setenta– representó una alternativa frente a los bloques de poder tradicionales.
Sin embargo, en la actualidad, ese liderazgo ha perdido fuerza y ha sido reemplazado por el protagonismo creciente de China, que ejerce una influencia determinante en el llamado Sur Global, abarcando África, Asia y América Latina.
Turquía y Marruecos son hoy economías y sociedades consolidadas. Indonesia, por su parte, está destinada a convertirse en una de las grandes potencias económicas del siglo XXI.
Todo indica que pronto desplazará a Alemania y Japón para posicionarse como la cuarta economía más grande del mundo. Este ascenso de nuevas potencias regionales y globales refleja la transformación dinámica y multipolar del escenario internacional contemporáneo.
¿Qué expectativas tiene sobre el IV Congreso Mundial de Derecho Comunitario?
En 2021, al asumir la presidencia del Parlamento Andino, propuse la creación de la Comisión de Derecho Comunitario Andino. He comprobado cómo Europa logró un desarrollo social notable gracias a su integración y a la existencia de un derecho común.
En este IV Congreso Mundial de Derecho Comunitario, abordaremos experiencias de integración en África, Asia, Oceanía, Europa y América, con la participación de expositores de todo el mundo. La Comunidad Andina se engalanará para este evento, y, además, impulsamos que las universidades acreditadas de la región incluyan el derecho comunitario en sus programas académicos, fomentando así una mayor conciencia sobre la integración regional.
Proyección
El presidente del Parlamento Andino, Gustavo Pacheco, destacó a Indonesia, “próxima a convertirse en una de las grandes potencias económicas del siglo XXI”. Aseguró que pronto desplazará a Alemania y a Japón para así posicionarse como la cuarta economía más grande del mundo.
Realidad europea
Pacheco explicó que tras más de 3,000 años de guerras, el continente europeo sigue incrementando su gasto militar. Asimismo destacó que del 2% del PBI, que es el equivalente actual del gasto militar que realizan, se proyecta que alcance el 5%. “Los principales beneficiarios de este aumento son los fabricantes de armas, mientras que los grandes perdedores son la democracia, la paz y los derechos humanos”, anotó.
Evolución: Parlamentos del mundo
“La diplomacia parlamentaria ha adquirido un protagonismo creciente en el ámbito internacional, no solo por los esfuerzos propios de los parlamentos, sino también como consecuencia del debilitamiento de los poderes ejecutivos. En el pasado, predominaban presidentes fuertes que controlaban a los congresos; hoy, la política se encuentra fragmentada y la mayoría de los gobiernos depende de coaliciones para gobernar. Ante este nuevo escenario, tanto las multinacionales como también los organismos multilaterales han comprendido que los parlamentos son actores clave, pues en ellos convergen todas las fuerzas políticas: las que ejercen el gobierno y las que eventualmente lo harán. Los parlamentos siguen siendo el espacio de representación plural por excelencia. Esta nueva realidad nos ha permitido fortalecer la diplomacia parlamentaria en el siglo XXI. Actualmente, la diplomacia es una tarea compartida entre el Ejecutivo y el Legislativo, algo que las cancillerías tradicionales difícilmente habían anticipado”.
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