“Ser designado en la ONU no es un premio político”, dice Javier González-Olaechea sobre eventual nombramiento de Adrianzén o Demartini
En diálogo con Expreso, excanciller consideró que nombrar a alguno de los dos le "restaría" al Gobierno.
En medio de las voces en Palacio de Gobierno que apuntan a la designación del expremier Gustavo Adrianzén o el exministro Julio Demartini para asumir la representación permanente del Perú en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Expreso conversó con el doctor Javier González-Olaechea, excanciller de la República, para conocer si ellos reúnen los requisitos para tan alto cargo.
¿Considera que Gustavo Adrianzén o Julio Demartini están capacitados para asumir este eventual cargo? ¿Es suficiente tener pasado diplomático, como el caso de Adrianzén, para quedarse en la ONU?
A mis oídos llegaron varios rumores del propio Palacio de Gobierno, indicándome que la señora presidente (Dina Boluarte) baraja dos nombres para la designación ante la ONU. Uno sería el expremier Gustavo Adrianzén y el otro sería el exministro Julio Demartini. Considero que para desempeñar tan alto cargo representando al Perú se debe ser diplomático experto en asuntos multilaterales o internacionalista y multilateralista, y hablar al menos dos o tres de los idiomas oficiales de la ONU.
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Pero ninguno lo es... ¿Reúnen los demás requisitos?
Ninguno de los dos es internacionalista y menos multilateralista. Además, tengo entendido que el expremier Adrianzén habla sólo castellano y no sé nada del exministro Demartini sobre los idiomas oficiales en las Naciones Unidas.
¿Considera que, hoy por hoy, esta eventual designación le suma o le resta al gobierno de Dina Boluarte?
Una eventual designación de alguno de los dos le restaría y mucho. A estas alturas nombrar a un embajador político significa sacar al que está en funciones y ese movimiento es muy costoso para el Estado y para quienes lo mantenemos.
¿Cuáles serían las consecuencias de concretarse esta designación? ¿Se trataría de un premio político?
Lo que sí podría anticipar, si prosiguiera la señora presidente con el rumoreado, es que recibirá mucha crítica porque una embajada no es un premio político. Debe responder a los intereses de nuestra política exterior y no sería el caso, por decirlo con la seriedad y respeto que se merece.
Y podría desencadenar una respuesta del Congreso...
Esto enervaría los ánimos congresales y más aun cuando el nuevo premier anunció que está dialogando con diversas bancadas para persuadirlos y obtener el voto de confianza que, hasta ahora, parece esquivo.
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