Inteligencia Artificial: cuando el problema no es la tecnología, sino la cultura
La IA es una realidad presente en la mayoría de empresas del mundo.
La inteligencia artificial (IA) ya no es una promesa del futuro: es una realidad presente en la mayoría de empresas del mundo. Sin embargo, su implementación está tropezando con una barrera menos visible, pero más profunda: la falta de preparación humana.
Según el más reciente People Readiness Report de Kyndryl, aunque el 95% de las empresas a nivel global ya ha invertido en herramientas de IA, un preocupante 71% de los líderes empresariales admite que sus equipos aún no están listos para usarlas de manera efectiva. Y más allá de la falta de habilidades, el 45% de los CEO consultados identifican algo más complejo: resistencia e incluso hostilidad hacia estas tecnologías.
El resultado: una paradoja. Las empresas apuestan por la IA con entusiasmo, pero su talento humano no siempre acompaña esa transformación. Y cuando la brecha entre la tecnología y las personas se ensancha, el riesgo de fracaso crece.
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Frente a este escenario, el verdadero desafío no es técnico, sino cultural. ¿Cómo lograr que la IA se convierta en una aliada del trabajo humano y no en una fuente de ansiedad o rechazo? Expertos coinciden en que la clave está en humanizar la transformación digital. Estas son cinco estrategias esenciales para lograrlo:
- Formación continua, para todos. No basta con implementar tecnología: hay que enseñar a usarla. La inversión en programas de capacitación y actualización (reskilling) permite que los colaboradores entiendan el valor de la IA y la vean como un complemento, no como una amenaza.
- Escuchar antes que imponer. La resistencia suele surgir cuando las decisiones se toman desde arriba, sin diálogo. Incluir a los empleados en las conversaciones sobre IA, recoger sus dudas, y permitirles cocrear soluciones es clave para generar confianza.
- Liderazgo más humano. En tiempos de automatización, se necesitan líderes más empáticos, comunicativos y estratégicos. Su rol no es imponer tecnología, sino acompañar el cambio y cuidar el bienestar del equipo.
- Innovar con propósito. La IA debe tener un sentido claro dentro de la misión de la empresa. Integrarla sin visión ni valores puede desorientar y desmotivar. La cultura de innovación debe estar alineada con principios éticos, sostenibles y humanos.
- Medir más allá del retorno financiero. El éxito de la IA no solo se refleja en cifras. También se debe evaluar su impacto en el clima laboral, la motivación de los equipos y la salud organizacional. Una transformación tecnológica sin transformación humana está incompleta.
El estudio de Kyndryl deja en claro que el mayor obstáculo para el avance de la IA no está en los algoritmos, sino en las personas. Las empresas que quieran ser verdaderamente inteligentes no pueden quedarse en lo técnico: deben construir confianza, formar talento y redefinir sus culturas organizacionales.
En un mundo donde los datos y la automatización avanzan a pasos agigantados, lo que hará la diferencia no será quién tenga más tecnología, sino quién sepa usarla para potenciar el valor humano.
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