Tecnología e IA: claves para enfrentar los desafíos del agua
Modernizar la gestión del agua con tecnología ya no es una opción, sino una necesidad urgente para enfrentar las pérdidas y demandas del siglo XXI.
Modernizar la gestión del agua ya no es una opción: es una necesidad urgente frente a los desafíos estructurales, económicos y ambientales que enfrentan las empresas operadoras del recurso en Hispanoamérica. En la región, donde la urbanización acelerada, el cambio climático y las infraestructuras obsoletas se combinan con crecientes exigencias regulatorias, la transformación digital se posiciona como el camino para lograr eficiencia, sostenibilidad y cercanía con el usuario.
Según datos del Banco Mundial, en algunos países latinoamericanos se pierde hasta el 50% del agua potable que circula en las redes de distribución. A esto se suma el deterioro de los sistemas de acueducto y alcantarillado, muchos de ellos sin medición confiable o incluso inexistente. Estas pérdidas no solo comprometen la sostenibilidad del servicio, sino que también afectan la economía y la calidad de vida de millones de personas.
Frente a este escenario, plataformas como Smartflex se presentan como aliadas estratégicas. Esta solución tecnológica integral está diseñada especialmente para empresas de servicios públicos, combinando herramientas de gestión de clientes (CIS), medición (MDM), fuerza laboral móvil (MWM) y un portal de autoservicio. Su objetivo: transformar la operación y la experiencia del cliente mediante digitalización, inteligencia artificial y automatización.
Uno de los problemas más críticos en la región es el alto volumen de agua no contabilizada (ANC). Fugas, fraudes, conexiones clandestinas o errores de medición impactan directamente los ingresos de las operadoras y su viabilidad financiera.
Mediante el uso de medidores inteligentes apoyados en Smartflex, las empresas pueden monitorear el consumo en tiempo real, detectar anomalías de forma temprana y optimizar la facturación. El acceso a datos precisos permite también identificar zonas críticas, reducir pérdidas técnicas y comerciales, y diseñar estrategias de mantenimiento más efectivas.
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Otro desafío central es la baja satisfacción del usuario, derivada de procesos presenciales, demoras en la atención y escasez de canales digitales. Aquí, la inteligencia artificial juega un rol transformador: Smartflex permite implementar asistentes virtuales, chatbots y plataformas de autoservicio que facilitan pagos, consultas o reportes de incidencias sin necesidad de ir a una oficina.
Este tipo de soluciones no solo reducen los tiempos de respuesta y costos operativos, sino que fortalecen la relación entre el usuario y la empresa. En palabras de Jesús Sánchez, CMO de Open Intelligence: “Las soluciones digitales no solo permiten asegurar un suministro resiliente y eficiente, sino que también permiten incluir a los clientes finales en el ciclo del agua y apoyar estrategias de uso razonable del servicio”.
La presión regulatoria también es creciente. Muchos gobiernos en la región están promoviendo marcos más exigentes en cuanto a eficiencia hídrica, trazabilidad y sostenibilidad. Por ejemplo, se fomenta cada vez más la reutilización de aguas grises, el control de pérdidas y el monitoreo detallado del recurso.
La transformación digital también impacta directamente en la rentabilidad. Un estudio de McKinsey estima que las empresas de servicios públicos que integran tecnologías inteligentes pueden reducir más del 25% de sus costos operativos.
En un entorno como el de Hispanoamérica, donde los márgenes suelen ser estrechos, este ahorro puede marcar la diferencia. La automatización de procesos administrativos y técnicos, junto con la lectura remota de consumos, reduce la dependencia de tareas manuales, el margen de error y los reclamos por facturación inexacta.
La modernización del sector hídrico ya está en marcha. La integración de plataformas como Smartflex no solo mejora la eficiencia operativa, sino que redefine el vínculo con los usuarios y fortalece la capacidad de las empresas para cumplir con su misión ambiental y social.
Invertir en tecnología es, en definitiva, apostar por un modelo de gestión del agua más resiliente, competitivo y sostenible. Las operadoras que den este paso no solo estarán mejor preparadas para enfrentar los desafíos del presente, sino que también liderarán el camino hacia el futuro del agua en América Latina.
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