La verdadera historia: la ciencia habla de los zombies
Los zombis tienen su origen en creencias relacionadas con la tradición y cultura vudú.
Los zombis tienen su origen en creencias relacionadas con la cultura del vudú, la magia negra y las plantaciones de caña de azúcar. Pero realmente comienzan a ser populares gracias a la industria del entretenimiento, que los convierte en protagonistas de los videojuegos y películas de terror.
Para conocer del tema tenemos que situarnos en Haití, entre los siglos XVII y XVIII, cuando los esclavos africanos eran llevados a esta isla caribeña para trabajar hasta la muerte en las plantaciones de azúcar. En la cultura del vudú haitiano, un zombi era aquel humano cuyo espíritu había sido capturado por un brujo. Usando magia negra, se creía que este extraía el espíritu de una persona, viva o recientemente fallecida, para guardarlo en un cántaro, botella o recipiente similar. Pero, además, el brujo tomaba el control del cuerpo físico que había albergado ese espíritu, que le obedecía de manera robótica. Si se le robaba el alma a un muerto, su cadáver emergía de la tumba para obedecer a su nuevo amo. Por tanto, convertirse en zombi era lo peor que podía pasarle a uno porque significaba ser un esclavo sin posibilidad de escapar incluso después de la muerte.
Qué es un zombie
Un zombi (en plural zombis, del criollo haitiano “zonbi”) se refiere, en términos generales, a un ente que, de una u otra manera, puede resucitar o volver a la vida. El concepto de zombi encuentra sus orígenes en una figura legendaria propia del culto vudú haitiano. Se trata de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero para convertirlo en su esclavo. De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o hechicero vudú, sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a un muerto, que quedaría, sin embargo, sometido en adelante a la voluntad de la persona que le devuelve la vida. En 1697 se dio la primera aparición significativa del concepto y la palabra zombi, dentro de la novela autobiográfica de Pierre-Corneille de Blessebois, Le Zombi du Grand Pérou, ou La comtesse de Cocagne. Dentro de la novela la figura del zombi resulta muy ambigua y se refiere, principalmente, a una entidad incorpórea.
También en el siglo XIX, el visitador y ministro residente en Haití, Spenser St. John, contaba a sus amistades británicas cuentos de canibalismo y vudú que incluían la ingesta de infantes y la exhumación de cadáveres como parte de ciertos rituales.
La relación entre el esclavo y la figura del zombi ha sido anotada por varios estudiosos del tema; generalmente, se comparan características como los hábitos de comida, la ropa rasgada, la transición hacia la esclavitud marcada por el bautismo o la asignación de un nuevo nombre, la pérdida de toda relación con el ser que se era antes de la esclavitud, la muerte social, ausencia de un rito funeral luego de la muerte y su estatus sociológico de objeto.
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La figura del zombi en Haití también pudo haber surgido como receptáculo o representación del miedo que causaban la esclavitud y sus consecuencias dentro de la isla, incluso se le ha relacionado, en su origen, con el mesmerismo. Se ha argumentado también que el concepto de zombi proliferó (sobre todo, a principios del siglo XX, y principalmente, en Norteamérica), gracias al contexto de explotación y denigración en Haití, debido a que productos culturales como el libro The Magic Island (1929) de William Seabrook o la película The White Zombie (1932) de Victor Halperin pudieron haber ayudado a justificar (en la opinión pública norteamericana) la intervención política y militar de los Estados Unidos de América (entre 1915 y 1934) en una isla considerada “barbárica”.
Es importante mencionar también que el concepto de zombi en Haití está fuertemente anclado a la creencia del alma dual, y esta forma de concebir el alma ya estaba presente (con diversos matices) dentro de algunas religiones africanas (en Benín, Camerún, Ghana, Nigeria, Togo, Tanzania, y Zaire, por ejemplo).Por lo tanto es importante, a la hora de discutir los orígenes del concepto de “zombi”, tener en cuenta la significativa relación que guarda la religión vudú con algunas de las religiones africanas.
Religión, costumbre o hechicería
A través de la literatura y los diarios de viajero, la figura del zombi pasó a ser parte de la cultura popular mundial, pero se puede decir que “desde sus primeras apariciones en la literatura, la palabra zombi ya estaba relacionada con el luto, la muerte y la esclavitud”.
Dentro de la religión vudú, está presente el concepto de alma dual que se encuentra íntimamente ligado con la figura del zombi.
Existen por lo menos dos tipos de alma según esta tradición: el Gros Bon Ange (gran buen ángel) y el Ti Bon Ange (pequeño buen ángel).
El primero es un concepto espiritual al que se le atribuye la memoria, los sentimientos y la personalidad de la persona. Esta alma está en relación directa con el cuerpo. Algunos estudiosos consideran que, dentro de la religión vudú, perder el Gros Bon Ange equivale a perder la vida.
El segundo tipo de alma, el Ti Bon Ange, está ligado al cerebro, a la sangre, a la cabeza y a la conciencia del hombre. Representa, por un lado, al zombi (zombi incorpóreo) y por otro, su ausencia, o robo (por parte del hechicero o bokor) explican, dentro del imaginario haitiano, la condición de zombi de una persona (zombi corpóreo). A pesar de las discusiones acerca de las características y función que ambos tipos de alma tienen, se ha llegado a aceptar generalmente que es el Ti bon Ange el que está directamente relacionado con lo que los creyentes llaman el proceso de zombificación.
El zombi como espíritu o presencia (zombi incorpóreo) se encuentra en la tradición oral de Haití principalmente en el periodo pre-revolucionario. En términos generales, se puede afirmar que, dentro de la tradición oral haitiana, la palabra zombi también se puede adjudicar a una entidad espiritual, específicamente, al Ti bon Ange. El Ti bon Ange, una forma de alma del humano según la tradición vudú, sería capturado por el hechicero (Bokor) de diversas formas y para distintos propósitos: existen testimonios que afirman que el Ti Bon Ange es capturado (antes o después de la muerte) y depositado en un cántaro (canari). Poseer el Ti Bon Ange de una persona resulta muy valioso, pues el hechicero puede venderlo o rentarlo, de la misma forma
Por Andrés Dávila
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