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Las mujeres de la NASA: historia de esperanza jamás contada

Tres mujeres negras que hicieron posible la llegada del hombre a la Luna.

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Las mujeres de la NASA: historia de esperanza jamás contada.
Fecha Publicación: 20/08/2023 - 21:50
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Detrás del éxito de John Glenn, el primer estadounidense que orbitó la Tierra, y de la llegada de Neil Armstrong y sus compañeros a la Luna se esconden los cálculos que realizó un grupo de matemáticas afroamericanas en la NASA durante los años 60. El desconocido trabajo de Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, Mary Jackson y otras “computadoras humanas” salió a la luz con la publicación del libro Figuras Ocultas, de Margot Lee Shetterly.

El 12 de abril de 1961, la URSS se adelantó a EE.UU. en la carrera espacial: envió a Yuri Gagarin a realizar una órbita alrededor de la Tierra con la cápsula Vostok 1. Tres semanas después, el 5 de mayo de 1961, EE.UU. lanzó a su primer hombre, Alan Shepard, con la nave Freedom 7 (programa Mercury) al espacio para realizar una trayectoria parabólica. Shepard hizo un arco de 186 km por encima de la superficie terrestre estrellándose en el Atlántico. El vuelo duró 15 minutos y 28 segundos. Previamente, Johnson había hecho los cálculos para saber dónde tenían que recoger al astronauta en el mar. “Ellos querían que la cápsula descendiera en un lugar determinado y que calculara el momento del lanzamiento. Yo les dije: déjenme hacerlo y díganme dónde quieren que americe para que yo les diga desde dónde tiene que despegar”, comentó Katherine Johnson.

Un año después, Katherine tuvo su siguiente desafío. En 1962, la NASA empezó a utilizar computadoras electrónicas para realizar los cálculos, pero, ¿cómo podían estar seguros que esos cálculos hechos por una máquina eran correctos? Los astronautas eran reacios a poner su vida en juego en manos de las máquinas. John Glenn, el astronauta que iba a orbitar la Tierra con la nave Friendship 7, pidió que “trajeran a la chica para comprobar los cálculos o si no, se negaría a volar”. La chica era Katherine, conocida por ser experta en realizar cálculos de trayectoria. Johnson verificó a mano los cálculos que había hecho el ordenador. Tardó seis meses en calcular la fórmula que permitía a un científico rastrear la trayectoria de Glenn y dos días en revisar los cálculos del ordenador. El 20 de febrero de 1962, Johnson se convirtió en el primer estadounidense en orbitar la Tierra y su misión se convirtió en un éxito que marcó la carrera espacial entre EE.UU. y la URSS.

Computadoras Humanas que vencieron a las IBM 7090

El 16 de julio de 1969 despegó la nave Apolo 11 con tres astronautas en el interior: Armstrong, Aldrin y Collins. Cuatro días después, el 20 de julio de 1969 la nave llegaba a la Luna y Armstrong se convirtió en el primer humano en pisar la superficie lunar. El mundo estaba pendiente de ver cómo los astronautas llegaban al satélite, pero en la NASA tenían una preocupación: conseguir que volvieran con vida.

Para ello, era necesario sincronizar el momento en que el módulo lunar Eagle, del que descendían los astronautas, abandonara el satélite para que su trayectoria coincidiese con la órbita que describía el módulo de mando Columbia y volver a acoplarse a él para que pudieran regresar a la Tierra. Los cálculos estaban basados en el trabajo que había hecho Katherine, quien dijo: “Yo había hecho los cálculos y sabía que eran correctos, pero era como conducir esta mañana, podía pasar cualquier cosa”.

MÁS INFORMACIÓN: NASA: así fue el increíble momento en que un astronauta quedó flotando en el espacio sin protección [Video]

Katherine había trabajado más de catorce horas diarias los años anteriores para dar con los cálculos precisos. Ese 20 de julio de 1969, Katherine vio el éxito de la misión frente a una televisión pequeña en las montañas Pocono (Pensilvania, EE.UU.) junto a un grupo de mujeres afroamericanas.

Sus cálculos también fueron esenciales para el “fracaso exitoso” del Apolo 13, una misión que se tuvo que abortar el 13 de abril de 1970, justo dos días después del despegue, debido a un incendio en el tanque de oxígeno del módulo de servicio. La tripulación pudo regresar a la Tierra gracias a un sistema de observación de las estrellas que les permitía determinar su ubicación con precisión. Quién creó el sistema de observación fue Katherine.

El 20 de julio de 1969, 600 millones de personas sentadas delante de sus televisores veían cómo el ser humano llegaba a la Luna. “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, así definió Neil Armstrong, el astronauta a mando de la misión y primera persona en pisar la Luna, el momento. Detrás del hito, están los cálculos fundamentales de Katherine Johnson (1918 – 2020), matemática y una de las computadoras humanas de la NASA.

Katherine tenía una mente brillante, una maker, que durante su vida y carrera tuvo que romper barreras ante una doble segregación: ser mujer y afroamericana. En Estados Unidos imperaban las leyes de la segregación racial, conocidas como Jim Crow, y que separaban a las personas afroamericanas de las blancas en todos los aspectos de la vida (baños, colegios, trabajo…). Pero a ella eso no le impidió formar parte de la misión del Apolo 11 que llevó al humano a la Luna.

Creación de la NASA

En 1956 vivió un momento personal difícil. Su marido falleció a causa de un cáncer. A pesar de eso, Katherine animó a sus hijas. “Lloraremos juntas, pero tenemos que llevar a cabo nuestro cometido”, les dijo. Y así fue. En esos años, Estados Unidos a través de la NACA trabajaba para alcanzar a los soviéticos en la carrera espacial. Eran los años de la Guerra Fría. El 4 de octubre de 1957, los soviéticos se adelantaron a los estadounidenses enviando el primer satélite artificial, el Sputnik 1, a la órbita alrededor de la Tierra. Un mes después, los soviéticos mandaron el Sputnik 2 con la perra Laika dentro de la nave.
Un año después, el 1 de octubre de 1958, EE.UU. creó la agencia espacial, la NASA, que agrupó los proyectos de la NACA con el fin de alcanzar a los soviéticos en la carrera espacial. Katherine era una de las encargadas en la NASA que trabajaba en la misión de mandar astronautas de EE.UU. al espacio en el menor tiempo posible. Su primer proyecto fue el primer programa espacial tripulado de los EE.UU., el Proyecto Mercury (1961-1963).

Katherine destacó en la agencia por su asertividad y su enorme capacidad de geometría analítica. “En aquel tiempo teníamos que ser asertivas como mujeres – asertivas y agresivas – y el grado en el que teníamos que serlo dependía de dónde estuvieras”, comentó Katherine, quien era conocida por poner todo en cuestión. Johnson pidió ir a las reuniones de ingenieros para poder discutir preguntas con ellos y al principio, le negaron la participación. Ella respondió: “¿Hay alguna ley que lo prohíba?” Desde ese momento, asistió a todas las reuniones.

Fue una novedad que una mujer computadora y afroamericana se reuniera con los ingenieros igual que lo era el hecho que una mujer fuera acreditada como autora de un informe de investigación. Y en eso, Katherine también fue pionera. En 1960, se publicó el primer trabajo en el que fue coautora. Junto con el ingeniero Ted Spokinski calculó las ecuaciones que describen un vuelo espacial orbital especificando la posición de aterrizaje de la nave. Según palabras de Johnson, el supervisor de ambos, Henry Pearson, no era “partidario” de las mujeres. Sin embargo, Ted insistió en que Katherine debía firmar el trabajo. “Yo terminé el trabajo y lo firmé. Fue la primera vez que una mujer de nuestra división puso su firma en algo”, recordaba Johnson. En total de sus años en la NASA, firmó 26 artículos científicos como coautora.

Medalla presidencial y otros reconocimientos

Katherine participó en 17 misiones Apolo, de las que se sentía muy orgullosa. Trabajó en la NASA hasta 1986. En total, 33 años en los que “le encantaba ir al trabajo, todos los días”. Al principio, sus logros solo destacaban en periódicos para negros, pero su dedicación y trabajo la convirtió en la única mujer de la NASA en recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de EE.UU.

Recibió innumerables premios y reconocimientos, entre ellos el de Matemática del Año (1997). El 2016 las nuevas instalaciones informáticas del Centro de Investigación Langley recibieron su nombre. En 2017, se estrenó la película “Figuras ocultas” que se centra en su trabajo como computadora humana en la NASA junto con la de sus compañeras Dorothy Vaughan (antigua supervisora de Katherine) y Mary Jackson.

Katherine murió en el 2020 con 101 años de edad. Jim Bridenstine, administrador de la NASA, declaró que “su legado pionero nunca será olvidado”. Katherine era una maker curiosa, asertiva y le gustaba aprender, sabía que no era menos que nadie, pero tampoco más. Su humildad la llevó a ser parte imprescindible para que los humanos lograran un hito que parecía imposible: llegar a la Luna.

¿Quién fue Katherine Johnson?

Katherine Johnson nació en 1918 en White Sulphur Springs (Virginia Occidental). Ella misma se definía como una niña que le gustaba contar. A los 10 años, Katherine ya estaba preparada para la enseñanza secundaria, pero las leyes de segregación racial de EE.UU. no permitían que, en la zona rural donde vivía, los afroamericanos cursaran más de octavo curso. Sus padres, convencidos de la importancia de una buena educación, se mudaron 200 km al oeste, a Institute, donde se encontraba el West Virginia Colored Institute; un instituto para afroamericanos, donde Katherine se graduó a los 14 años.

Un año más tarde, se matriculó en la Universidad Estatal de Virginia Occidental, exclusiva también para negros. Katherine se graduó en francés y en matemáticas summa cum laude a los 18 años. Durante sus años de estudio, obtuvo el apoyo del matemático W.W. Schieffelin Claytor, el tercer afroamericano en obtener un doctorado en EE.UU. y quien animó a Katherine a convertirse en investigadora matemática.

Cuando acabó los estudios en los años 30, la única opción de trabajo para una mujer afroamericana con preparación universitaria era dedicarse a la enseñanza. A partir del 1937, Katherine ejerció de profesora de matemáticas y de francés, primero en Marion (Virginia), y después en Morgantown (Virginia); institutos para negros. Katherine cobraba menos que los profesores blancos y además, se veía obligada a esconder su matrimonio con su primer marido, James Globe, ya que las mujeres casadas no podían ejercer la enseñanza.

En 1939, Katherine se convirtió en una de los tres estudiantes afroamericanos (y la única mujer) seleccionada para realizar estudios en el programa de matemáticas de postgrado en la Universidad de Virginia Occidental de Morgantown. Era la primera vez que la Universidad de Virginia ofrecía programas de postgrado a personas negras. Katherine solo pudo cursar el primer ciclo, ya que se quedó embarazada de su primera hija.

Las heroínas que nos llevaron a la luna

Por su parte, Dorothy Vaughan (Kansas City, 1910 - Hampton, 2008), tras su etapa docente entró también en la NACA en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, una época en la que la industria aeronáutica estadounidense necesitaba mano de obra y personal especializado.

Vaughan es asignada a la sección West Area Computers, un grupo de trabajo compuesto exclusivamente por matemáticas afroamericanas que acabaría dirigiendo. En 1949 se convierte en la primera mujer negra que consigue promocionarse como jefa de personal en la NASA.

En su cargo de supervisora y directora de las West Area Computers siempre se preocupó por la situación de las empleadas y defendió sus derechos laborales. En una entrevista de 1994, Vaughan comento: “Cambié lo que podía, y lo que no pude, lo sobrellevé”. Su trabajo en Langley durante la carrera espacial la hacía sentir “en la vanguardia de algo muy emocionante”.

Vaughan continuó en el mismo centro después de que la NACA se convirtiera en la NASA –donde se jubiló en 1971–, especializándose en computación y FORTRAN, un lenguaje de programación de alto nivel especialmente adaptado al cálculo numérico y a la computación científica.

También contribuyó al proyecto Solid Controlled Orbital Utility Test system (SCOUT), una familia de vehículos de lanzamiento diseñados para colocar satélites pequeños en órbita alrededor de la Tierra.

La tercera protagonista de esta historia es Mary W. Jackson (Hampton, Virginia 1921-2005), otra de las matemáticas afroamericanas que pasó casi toda su vida en Langley, donde entró en 1951. Tras superar las reticencias iniciales de su familia y ganar en los juzgados su derecho a formarse en ingeniería en una escuela solo para blancos, también consiguió su título y se convirtió en la primera ingeniera negra de la NASA en 1958.

Se especializó en analizar los datos del túnel de viento y los experimentos de vuelo en la división de aerodinámica subsónico-transónica. Su objetivo era entender el flujo de aire, incluidas las fuerzas de empuje y resistencia. Publicó una docena de artículos científicos.

Al final de su carrera también se dedicó a fomentar la contratación y promoción de la mujer en la NASA desde la Oficina de Programas de Igualdad de Oportunidades y Discriminación Positiva. Además, Jackson fue muy conocida en su comunidad por ayudar a los niños a crear un túnel de viento en miniatura.

“Es una historia de esperanza –concluye Shetterly (Autora del libro) –. La esperanza de que incluso en la realidad más dura, como la segregación legalizada y la discriminación racial de EE.UU. en los años 60, a veces triunfe la meritocracia; la esperanza de que a cada uno de nosotros se nos permita llegar hasta donde nos lleve nuestro talento y esfuerzo”.

Por Andrés Dávila 

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