Antiimperialismo y demagogia en América Latina: La influencia de Estados Unidos
Mientras Donald Trump endurece su política migratoria y combate el crimen organizado, líderes como Gustavo Petro desafían a Washington con discursos antimperialistas y decisiones polémicas.
Desde inicios del siglo pasado, América Latina ha vivido una relación con Estados Unidos caracterizada por momentos diversos. La segunda administración de Donald Trump, desde el 20 de enero, está confirmando cómo, desde la Casa Blanca, es posible influenciar la política latinoamericana.
Hemos sido testigos de cómo Gustavo Petro, en su condición de presidente de Colombia, de manera innecesaria desencadenó una crisis política con el gobierno de Donald Trump, pretendiendo erigirse en la voz antimperialista de los pueblos de América Latina.
En un horario inusual, haciendo uso de las redes sociales, decidió no autorizar el aterrizaje de dos naves norteamericanas que ya se encontraban en tránsito hacia Colombia. No olvidemos que la deportación de ciudadanos colombianos por parte de las autoridades migratorias de Estados Unidos se ha cumplido de manera regular durante la administración del presidente Biden.
Crisis migratoria y políticas restrictivas
Millones de ciudadanos de diferentes nacionalidades han ingresado a territorio norteamericano de manera ilegal, violando la legislación vigente. Las políticas laxas durante el gobierno de Biden se convirtieron en un incentivo, más aún cuando la quiebra de la economía venezolana y las políticas represivas del tirano Nicolás Maduro han virtualmente provocado una “ola migratoria” sin precedentes.
Cubanos, nicaragüenses, haitianos y ciudadanos de otras nacionalidades han optado por migrar hacia Estados Unidos en los últimos años. Más de ocho millones de venezolanos han migrado, sobre todo a Colombia, Ecuador, Perú y Chile en Sudamérica, mientras que un número cada vez mayor tomó la “ruta del Darién” para dirigirse hacia Centroamérica, México y, finalmente, lograr ingresar a Estados Unidos. El migrante está expuesto a múltiples riesgos a lo largo de un largo periplo.
Ciertamente, hay un número importante de ciudadanos que, contando con una visa de turista, viajan vía aérea y finalmente deciden permanecer en condición de ilegales.
Seguridad nacional y crimen organizado
Donald Trump asegura que organizaciones criminales como el “Tren de Aragua” operan en las principales ciudades del país, y está decidido a revertir las políticas impulsadas por los demócratas y Joe Biden. Desde su perspectiva, la seguridad nacional está en riesgo. La política migratoria es decisión soberana de cada Estado, por lo que no es impugnable la nueva política puesta en práctica por la actual administración republicana.
Estados Unidos es la primera economía y potencia militar del mundo, contando con decenas de bases militares a nivel global. Su lucha por la supremacía mundial lo enfrenta a la creciente expansión económica de China y su cada vez mayor presencia en América Latina, lo cual puede ser visto como una amenaza para los intereses estadounidenses en la región.
Relaciones comerciales y políticas arancelarias
El liderazgo de Trump en las primeras semanas de gestión pone de manifiesto el cumplimiento de sus promesas electorales, priorizando el fortalecimiento de la economía nacional y el desarrollo de un mayor liderazgo norteamericano en América Latina, el Medio Oriente y otras partes del mundo.
La “tregua arancelaria” con Canadá y México es parte de una estrategia de negociación para exigir al gobierno de Claudia Sheinbaum un mayor compromiso con la “seguridad fronteriza” y, sobre todo, con políticas severas contra los carteles de la droga. Donald Trump sostiene que, desde México, se comercializan cocaína y fentanilo, mientras que el gobierno mexicano argumenta que la violencia se apoya en el tráfico ilegal de armas procedentes de Estados Unidos. La política arancelaria se ha convertido en un arma de negociación para lograr objetivos en la lucha contra las drogas y el crimen organizado.
Estados Unidos y sus alianzas en la región
El secretario de Estado, Marco Rubio, ha visitado El Salvador, Panamá y Costa Rica, dejando en claro que el presidente Bukele es hoy un aliado de Washington. Bukele incluso ha autorizado que las cárceles salvadoreñas se conviertan en el destino de criminales deportados por las autoridades policiales o judiciales norteamericanas.
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El gobierno de Panamá, por su parte, ha optado por preservar sus lazos con Washington, alejándose de la “ruta de la seda” impulsada por la República Popular China. El Canal de Panamá, desde su inauguración en 1914, ha sido un instrumento al servicio de una potencia extranjera y tuvo un papel decisivo durante la Segunda Guerra Mundial. El Tratado Carter-Torrijos de 1977 y la entrega del canal al gobierno de Panamá, a inicios del año 2000, marcaron un hito en su soberanía. Hoy, Panamá ha tomado una decisión política clara.
Venezuela y la lucha contra el narcotráfico
Las relaciones con Venezuela han mostrado señales de cambio con la liberación de varios ciudadanos norteamericanos que se encontraban privados de su libertad. Además, Estados Unidos ha aceptado la deportación de un sinnúmero de migrantes venezolanos.
La política migratoria se endurece, pero, a la par, se emplaza a las tiranías de Cuba y Venezuela. Todo indica que el destino de Nicolás Maduro no está en manos de la oposición liderada por Edmundo González o María Corina Machado. Por el contrario, el fin de la tiranía de Caracas será parte de las negociaciones entre Donald Trump y Vladimir Putin.
No olvidemos que la llamada “crisis de los misiles” en 1962 se resolvió sin la participación de Fidel Castro, sino mediante el diálogo entre la Casa Blanca y el Kremlin. Si Rusia deja de apoyar a Nicolás Maduro, tampoco lo hará China. El tirano de Caracas está virtualmente solo. Estados Unidos dejará de comprar petróleo a Venezuela, el “Tren de Aragua” será enfrentado como una “organización terrorista” y los carteles de la droga, como el “Cartel de los Soles” liderado por Maduro y Diosdado Cabello, serán blanco de nuevas sanciones.
Gustavo Petro y el falso antiimperialismo
Mientras Nicolás Maduro busca acercarse a Donald Trump, Gustavo Petro parece empeñado en liderar la lucha antimperialista en la región. En un mundo ideal, el presidente Petro parecería querer que Estados Unidos endurezca su política respecto a Colombia, lo que podría servirle para justificar sus fracasos internos.
El exguerrillero del M-19 parece estar decidido a polarizar políticamente y provocar la “furia de Trump” para que se exprese en sanciones económicas. Petro cree que el fracaso de la Revolución Cubana se debe al “bloqueo o embargo” de Estados Unidos. Del mismo modo, sostiene que las sanciones económicas sobre Venezuela han provocado la migración de millones de venezolanos.
Hacia un antiimperialismo real y sin demagogia
Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina pueden analizarse desde varias dimensiones. Donald Trump impulsa reformas en el campo de la cooperación internacional. USAID será auditada, y no se descarta que desde Washington llegue información relevante sobre el uso irregular de sus fondos en nuestra región.
ONG lideradas por operadores al servicio del progresismo y la “cultura woke” han cumplido un papel nefasto en diversas partes del mundo. La cooperación internacional se ha desvirtuado, convirtiéndose en un instrumento al servicio de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
Desde América Latina es necesario impulsar una política antimperialista constructiva, que deje atrás la demagogia.
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