Cráneos de Paracas: ADN demuestra que no son humanos
Julio C. Tello descubrió una serie de restos humanos que cambiarían para siempre cómo miramos a nuestros antepasados y nuestro origen.
La desértica península de Paracas se encuentra en la costa sur de uno de los países más enigmáticos de América del Sur, Perú. Es allí, en este árido paisaje, donde un arqueólogo peruano, Julio C. Tello, hizo uno de los descubrimientos más misteriosos en el año 1928. Durante las excavaciones, Tello descubrió un cementerio complejo y sofisticado en el suelo áspero del desierto de Paracas.
En las enigmáticas tumbas, Tello descubrió una serie de polémicos restos humanos que cambiarían para siempre cómo miramos a nuestros antepasados y nuestros orígenes. Entre el desierto costero y el mar frío de la corriente peruana se ubican las tierras de Paracas, escenario que fue habitado por una de las culturas más importantes y enigmáticas, que forman parte de la estructura de nuestra identidad como país cultural. Los antiguos habitantes han sido elementos de admiración e investigación por las actividades ancestrales que practicaban, y de las cuales se tiene evidencia. Es así como se logra reconocer que desarrollaron habilidades y técnicas en relación a la pesca, así como en la textilería.
Su legado también nos ubica en un momento de la historia peruana en la que se generaron procedimientos que fueron denominados como modificaciones corporales, siendo formas de expresión comunicativas cuando no existían los cánones de belleza, pero sí márgenes de estatus para diferenciar los grupos autoritarios en los territorios.
En el caso de la cultura Paracas, que se encuentra dividida en tres periodos, temprano, medio y tardío, las intervenciones se presentaron en la zona superior de los cuerpos, haciendo hincapié en el rostro y área total del cráneo. Se reconoce que la estructura corporal, así como las intervenciones, van más allá de un modelo estético. Este se convierte en un instrumento para hablar de luchas, creencias y posturas que marcan un contexto social y el mismo desarrollo cultural e ideológico.
Los cuerpos en las tumbas tenían algunos de los cráneos alargados más grandes jamás descubiertos en el planeta, llamados los cráneos Paracas. El arqueólogo peruano descubrió más de 300 cráneos misteriosos que se cree tienen al menos 3000 años de antigüedad.
Como si la forma de los cráneos no fuera lo suficientemente misteriosa, un reciente análisis de ADN realizado sobre algunos de los cráneos presenta algunos de los más enigmáticos e increíbles resultados que desafían todo lo que sabemos sobre el origen y el árbol evolutivo humano.
La deformación craneal
La característica física más evidente en los antiguos Paracas fue la deformación craneal, que solía practicarse en las clases reales. Recientes investigaciones vinculadas a su ADN cambiarían el curso de lo que se conoce sobre su origen.
Se reconoce que la estructura corporal, así como las intervenciones, van más allá de un modelo estético. Este se convierte en un instrumento para hablar de luchas, creencias y posturas que marcan un contexto social y el mismo desarrollo cultural e ideológico.
Por muchos años, la modelación craneana (no deformación) fue uno de los aspectos que diferenció a esta cultura del antiguo Perú. Elsa Tomasto-Cagigao, bioarqueóloga y antropóloga forense, sostiene en su artículo publicado en el boletín de Arqueología PUCP N° 22 que “el rostro y la cabeza, como parte más visible de la persona, son elementos centrales en la construcción y expresión de la identidad”.
Sobre el aspecto de la cabeza a causa de la remodelación craneal, esta se debe a la práctica de colocar elementos rígidos y/o flexibles que se ajustan cuidadosamente al cráneo en crecimiento y producen presión en ciertas zonas; “de esta manera, dirigen el crecimiento hacia las áreas del cráneo donde existe menor presión”.
Hay hasta 4 formas en que los Paracas emplearon técnicas para mantener la presión en la cabeza, con ayuda de telares y algodones, sumando sujetadores que generaban este cambio. Los cráneos alargados podrían deberse a una suerte de diferenciación de etnias o para asemejarse a algún elemento de la naturaleza. Este proceso, de su representación del mundo, guarda relación con la ceremonia Ayuscay, un ritual que se celebraba en el nacimiento de los niños de alto estatus. A estos se les colocaba unos artefactos que cumplían la función de alargar el cráneo con presión.
ADN revela que cráneos Paracas no son humanos
En las enigmáticas tumbas, Tello descubrió una serie de polémicos restos humanos que cambiarían para siempre cómo miramos a nuestros antepasados y nuestros orígenes. Los cuerpos en las tumbas tenían algunos de los cráneos alargados más grandes jamás descubiertos en el planeta, llamados los cráneos Paracas. El arqueólogo peruano descubrió más de 300 cráneos misteriosos que se cree tienen al menos 3000 años de antigüedad.
Como si la forma de los cráneos no fuera lo suficientemente misteriosa, un reciente análisis de ADN realizado sobre algunos de los cráneos presenta algunos de los más enigmáticos e increíbles resultados que desafían todo lo que sabemos sobre el origen y el árbol evolutivo humano.
Mientras que varias culturas de todo el mundo realizaron prácticas de deformación del cráneo (elongación), las técnicas utilizadas fueron distintas, lo que significa que los resultados tampoco eran los mismos. Hay ciertas tribus sudamericanas que “ataban los cráneos de los bebés” con el fin de cambiar su forma, resultando en una forma craneal drásticamente alargada. Aplicando una presión constante durante un largo período de tiempo con el uso de herramientas antiguas, las tribus lograron realizar deformaciones craneales que se encuentran también en culturas antiguas de África. Sin embargo, si bien este tipo de deformación craneal cambió la forma del cráneo, no alteró el tamaño, peso o volumen craneal, todos los cuales son rasgos característicos de los cráneos humanos regulares.
Justamente aquí es donde las características de los cráneos Paracas resultan ser más interesantes. Los cráneos Paracas son cualquier cosa menos ordinarios. Los cráneos Paracas son por lo menos 25% más grandes y hasta un 60% más pesados que los cráneos de los seres humanos regulares. Los investigadores creen firmemente que estas características podrían no haberse logrado con las técnicas utilizadas por las tribus, como sugieren algunos científicos. No sólo son diferentes en peso, los cráneos Paracas también son estructuralmente diferentes y solo tienen una placa parietal mientras que los seres humanos normales tienen dos.
Estas características extrañas han acrecentado el misterio durante décadas, pues los investigadores aún no tienen idea de quiénes fueron alguna vez estos individuos con dichos cráneos alargados.
Los estudios
El director del Museo de Historia de Paracas envió cinco muestras de los cráneos Paracas para someterlas a pruebas genéticas, y los resultados fueron fascinantes. Las muestras, que consistían en el pelo, dientes, piel y algunos fragmentos de huesos craneales, dieron detalles increíbles que han alimentado el misterio que rodea a estos cráneos anómalos. El laboratorio genético al que las muestras fueron enviadas no fue informado previamente del origen de las calaveras para evitar “influenciar los resultados”.
Curiosamente, el ADN mitocondrial, que se hereda de la madre, mostró mutaciones que eran desconocidas para cualquier hombre, primate o animal encontrado en el planeta Tierra. Las mutaciones presentes en las muestras de los cráneos Paracas sugieren que los investigadores estaban tratando con un totalmente nuevo “ser humano”, muy diferente del Homo sapiens, Neandertal y Denisovanos.
Biológicamente diferentes a los humanos
Según los informes, las personas de los cráneos de Paracas fueron tan biológicamente diferentes que hubiera sido imposible que los seres humanos se cruzasen con ellos. “No estoy seguro de que esto se ajuste en el árbol evolutivo conocido”, escribió el genetista.
¿Quiénes eran estos seres misteriosos? ¿Evolucionaron por separado en la tierra? ¿Qué causó que tengan esas diferencias drásticas con los seres humanos ordinarios? ¿Y es posible que estos seres realmente no sean oriundos de la tierra? Todas estas posibilidades son teorías que no pueden ser anuladas dadas las pruebas actuales. Lo único que sabemos hasta ahora es que hay muchas cosas que van más allá de la comprensión de los investigadores, historiadores y científicos. Es posible que, después de todo, la pregunta de si estamos solos en el universo pueda ser contestada gracias a los cráneos de Paracas.
EL PRIMER ARQUEÓLOGO INDÍGENA DE AMÉRICA
El primer arqueólogo indígena de América, Julio C. Tello, fue uno de los personajes que aportaron a los estudios que revelaron descubrimientos decisivos para la reconstrucción del pasado prehispánico peruano y sudamericano. En 1915, el considerado padre de la Arqueología Peruana organizó una expedición hacia la sierra sur y a la costa. En este último destino, dirigió excavaciones y examinó colecciones de Ático hasta Lomas. Fue el primero en reportar sobre la existencia de una cultura en el valle de Nazca. Una publicación realizada por la UNMSM sostiene que en abril de 1925, trescientos doce fardos funerarios fueron extraídos y enviados al museo de la universidad.
Durante el período de 1925 a 1930, Tello y el equipo del Museo de Arqueología Peruana publicaron evidencias de lo que serían dos culturas distintas en Paracas. En Arena Blanca se halló un asentamiento de grandes estructuras nucleares subterráneas donde se enterraron restos momificados, solos o agrupados, dentro o alrededor de estas estructuras abandonadas.
En la necrópolis Cabeza Larga, encontraron doce distintas áreas de entierros donde los cuerpos estaban envueltos en textiles suntuosamente decorados y enterrados junto con cerámica relativamente simple.
Los descubrimientos permitieron reconocer a una valiosa cultura preinca que se asentó en la región sur del Perú. Entre el 600 a.C. y el 100 d.C. se desarrolló la civilización de los Paracas, quienes se caracterizaron por sus trabajos manuales –en textiles y pinturas– así como el interés en los fardos funerarios que evidenciaron las técnicas avanzadas en momificación, medicina y cirugía.
EL ADN DE LOS CRÁNEOS ALARGADOS
Brien Foerster, uno de los investigadores de las cabezas alargadas en América del Sur, compartió un resultado que generó la evaluación de 18 cráneos extraídos del sur peruano. Para agosto de 2021, publicó un video en su canal de YouTube en el que describe el trabajo realizado durante 5 años en el que recibió el respaldo y autorización del Ministerio de Cultura.
Los estudios realizados en Estados Unidos y Canadá permiten identificar que hace dos mil o tres mil años se recogieron evidencias de cráneos alargados, que coinciden con el periodo de los Paracas, en el Mar Negro y Crimea, lo cual determinaría una señal de migración.
Foerster, el autor de “Beyond the Black Sea”, ha identificado que existe una diferenciación entre los cráneos hallados en el territorio peruano. Sosteniendo los restos óseos en sus manos, menciona que: “creemos que esta persona nació con el cráneo alargado”. Esta hipótesis se respalda en el gran agujero que se ubica más atrás de su posición considerada normal en el ser humano, por lo que es un diferenciador genético. “No puedes cambiar la posición solo con ataduras porque tratar de hacerlo, especialmente con un bebé, terminarías matándolo”.
El aspecto de los restos generó el reconocimiento de amplios espacios cóncavos para los ojos, así como cabello rojizo en algunos habitantes.
El investigador hizo una amplia explicación sobre el agujero que poseen las piezas óseas, las cuales serían ovaladas y no circulares como en los Homo sapiens sapiens, siendo otra anomalía expuesta. Con ello concluye que los cuellos son más delgados y largos de lo normal. Otro factor a destacar es el tipo de sangre que arrojaron los resultados.
De los cráneos alargados que pasaron por el test, se recogió que el tipo de sangre no coincide con los hallazgos procedentes de México y que se extienden al territorio de Sudamérica. En este sector, el tipo de sangre común es O al 100%, pero en el caso de los Paracas, este se desprende en: 28.5% del tipo A; 7.1% del tipo B; 21.4% del tipo A y B, considerado el más raro del planeta; y 43% del tipo O. Esta publicación del 2021 despertará nuevos análisis e investigaciones que permitirán ampliar el panorama de conocimientos en relación a la compleja cultura que presentaría un rasgo euroasiático en el ADN, según Foerster y el equipo de profesionales a su disposición.
Se comprende que este procedimiento de alterar la estructura ósea solo se puede realizar durante los primeros meses de vida y hasta los tres años de edad, cuando los tejidos del cráneo son flexibles y durante la etapa en la cual el crecimiento del cerebro es muy rápido.
Una muestra de los cráneos hallados en Paracas, Perú. (Planet Doc)
En Arena Blanca y Cerro Colorado se colectaron cráneos alargados y deformados en una necrópolis llamada Cabeza Larga. Los hallazgos en las cavernas permitieron reconocer las actividades de embalsamamiento y conservación de los antiguos peruanos. Lo encontrado demostró la interacción costa-sierra.
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