¿Cuál es el valor de la arquitectura de nuestra fe?
Lima y las demás ciudades de nuestro territorio tienen un emblema religioso, ya sea en los parques o en las plazas públicas. Consultamos qué parte de la fe se refleja en nuestras construcciones.
Arquitecto ecológico con un experiencia europea, Miguel Ángel Romero Maldonado es también profesor de la Universidad San Ignacio de Loyola y responde a una interrogante que se siente en cada construcción de fe que se da desde la era colonial.
Desde su punto de vista, ¿la arquitectura refleja la fe del pueblo peruano?
Sí. La ciudad y sus instituciones físicas son finalmente producto directo de nuestra mentalidad, de nuestra fe.
¿Es la religión parte de la arquitectura de nuestras ciudades? ¿Por qué?
Sí definitivamente. El Perú como toda Latinoamérica es un “gran país mestizo”, que heredó su asentamiento urbano en gran medida de los patrones de planeamiento territorial español y a su vez éste lo había heredado de los patrones urbanos romanos. En este patrón urbano de ciudad, el concepto de plaza mayor es esencial, pues ahí se agrupan la mayoría de los poderes del Estado e instituciones. Entre ellos, la Iglesia Católica.
¿Cuanto ha influido la religión en nuestras construcciones?
En nuestras construcciones incas y preíncas, muchísimo. Solo basta ver, por ejemplo, Machu Picchu y Caral para darnos cuenta inmediatamente. Actualmente la gran mayoría de las incipientes ciudades que tenemos en nuestro territorio no gozan de planificación urbana. Según Capeco, la expansión urbana se ha hecho en un 93% con base en invasiones e informalidad. Muy aparte de nuestras bellas catedrales, iglesias y conventos. Ahí en la informalidad, la arquitectura de la fe queda rezagada en algún espacio improvisado para algún sacerdote misionero que quiera apoyar a la nueva comunidad informal.
La fe en la historia, según Miguel Ángel Maldonado
Machu Picchu. Aunque tenga más de 600 años, simboliza la fe religiosa, la cultura y los valores incas, cristalizados en tal maravilla en comunión plena con la “pachamama” (Madre tierra), las cuales forman realmente la cosmovisión andina totalmente palpable, etérea y mística al mismo tiempo. El desafío es lograr ese mismo nivel en nuestra actual etapa de mestizaje y fe. En ese punto estaríamos “en construcción” aún.
(Por Vladimir Rendón Acat)
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