El setenta por ciento de los peruanos evita el uso de las transacciones financieras digitales
Mucho por hacer. Si bien es cierto que la pandemia de la Covid-19 arrasó con los sectores económicos, culturales y sociales de todo Perú, cabe mencionar que también sirvió para acelerar el cambio de paradigma que el ámbito financiero estaba necesitando. El impacto de la emergencia sanitaria creó un contexto de distancia entre personas que favoreció la transformación digital de las entidades bancarias, sus productos y sus servicios, pero esto no parece haber sido suficiente como para mejorar la relación entre el ciudadano medio y las nuevas tecnologías aplicadas a este escenario.
Atendiendo a los números que recoge el Estudio de Inclusión Financiera y Digitalización creado por Ipsos, la multinacional especializada en investigación de mercados, los peruanos siguen de espaldas al avance, siguen desconfiando de las operaciones que pueden llevarse a cabo a través de los bancos de nueva generación. En concreto, el setenta por ciento de la población prefiere no hacer uso de plataformas digitales para realizar transacciones económicas, lo que a su vez provoca que el país registre el índice más bajo de digitalización dentro del suroeste latinoamericano.
Se trata de un informe que muestra los tres tipos de usuarios digitales que se han observado en Perú, haciendo especial hincapié en cómo y en qué medida hacen uso de los entornos online a la hora de enfrentarse a operaciones relativas a la banca o al comercio electrónico. De esta forma, distingue entre el usuario no digital (70%), que es el que se resiste a hacer transacciones a través de internet; el usuario puntual (9%), que recurre a ellas una vez cada cuatro semanas; y el usuario frecuente (21%), que las realiza más de una vez al mes.
Con este panorama de por medio, no resulta extraño que el sector bancario se esfuerce constantemente en implantar sistemas de ciberseguridad mucho más avanzados, y es que gracias a estos es posible generar más confianza entre los usuarios. En esta mecánica de refuerzo, los bancos de nueva generación están invirtiendo gran parte de su presupuesto en proteger los datos personales de los usuarios frente a la amenaza de los hackers. La principal medida está pasando por implementar el modelo de software con el que los grandes entornos de la red, como por ejemplo los gigantes del comercio electrónico o las plataformas de juegos de azar, están siendo capaces de asegurar que un número de cuenta o una clave de identificación no queden expuestos ante terceras personas. Sin ir más lejos, las pasarelas de pago de cualquier centro comercial o casino online Perú incorpora toda una combinación de recursos informáticos que se ocupan de encriptar la información sensible que viaja desde la web hasta el servidor, siempre bajo la tentativa de que la piratería no tenga acceso a ella y, por lo tanto, no pueda manipularla de manera fraudulenta. En esta labor la industria del juego utiliza herramientas como el protocolo SSL (Secure Socket Layer), el sistema KYC (Know your customer) y la doble autenticación, cuyos algoritmos matemáticos funcionan como murallas inexpugnables.
El análisis de Ipsos pone de igual modo el foco sobre aquellos núcleos de población en los que todavía queda mucho trabajo por hacer para que la transformación digital acabe consolidándose. Las cifras son claras al respecto: en las zonas rurales, el ochenta y ocho por ciento de los ciudadanos se ajusta a la categoría no digital, mientras que el doce por ciento restante se reparte por igual entre usuarios puntuales y usuarios frecuentes. Por lo que respecta a las áreas urbanas, los números tampoco invitan al optimismo, y es que aquí los peruanos no digitales llegan al sesenta y seis por ciento, mientras que los puntuales y los frecuentes se quedan en nueve y el veinticinco por ciento respectivamente.
Otra de las variables que condiciona el grado de implicación de los peruanos en la digitalización financiera es sin duda el nivel socioeconómico. De hecho, cuanto más bajo es este, menor es el uso que se hace de las plataformas online de carácter bancario. En la base de la pirámide tan sólo el trece por ciento de los ciudadanos son usuarios digitales, un cincuenta y ocho por ciento menos de lo que se registra entre personas con una capacidad adquisitiva más grande. Las diferencias también se dejan notar a partir del género. El estudio concluye que el setenta y tres por ciento de las mujeres y el sesenta y seis por ciento de los hombres prefieren seguir realizando transacciones de forma tradicional. Sobre la edad, cabe reseñar que tres de cada diez personas de entre dieciocho y cuarenta y dos años se muestran receptivos, pero en la cosa cambia desde ahí en adelante tan sólo un veinte por ciento utiliza soluciones digitales en algún momento.