Millones y escándalos en el deporte rey [ANÁLISIS]
Símbolos nacionales y emblemas futbolísticos, usados como pantallas en esquemas de corrupción internacional.
Muchos pueden pensar o imaginar que el fútbol, por tratarse de una actividad esencialmente deportiva y recreativa que convoca a millones de seres humanos de diferentes credos y razas, movilizando grandes fortunas y negocios en términos de inversión, dividendos y grandes ganancias, es una actividad festiva que se encuentra libre de actos de corrupción, falta de transparencia y malos manejos.
Sin embargo, en muchos casos se han descubierto distintos actos irregulares que terminan convirtiéndose en un falaz atentado contra las buenas prácticas deportivas, su correcta gestión y el adecuado manejo de determinados bienes que son públicos.
Hablamos de negocios impresionantes y portentosos que movilizan, a nivel global, sumas cuantiosas de dinero, mucho más de lo que podríamos imaginar, entre utilidades, rentas personales, ganancias, contrataciones, publicidad y otros ingresos. Estas cifras resultan extraordinariamente rentables en comparación con cualquier otro negocio.
No estoy hablando únicamente de partidos de fútbol o campeonatos amañados, soborno de árbitros o manipulación de información, situaciones que muchas veces resultan más frecuentes de lo que imaginamos como seguidores. La afición futbolística, llevada en buenos términos, es una práctica sana y hasta recomendable, capaz de brindar grandes satisfacciones.
La otra cara de la moneda
Sin embargo, la práctica deportiva del fútbol es también un escenario particularmente propicio para ocultar facetas escabrosas relacionadas con el mal manejo de poderes económicos furtivos. En muchos casos, estas prácticas esconden actividades falaces, reñidas con la moral, la ética pública y las buenas costumbres.
Hablamos de las transformaciones inmanejables que ha sufrido el fútbol como deporte popular debido a las profundas innovaciones tecnológicas, informativas, mediáticas y políticas. Me refiero a un deporte que ha dejado de ser una afición colectiva para convertirse en un enmarañado de intereses económicos y mercantiles con grandes proyecciones financieras. Este sometimiento de las masas de aficionados ha desnaturalizado las razones que siempre caracterizaron al fútbol como el deporte más popular en todos los lugares donde se practica.
El fútbol como negocio
Los deportes en general movilizan, cada año, sumas millonarias y astronómicas a nivel mundial, y el fútbol no es una excepción. Los hombres más ricos del planeta suelen ser también dueños absolutos de los clubes más importantes y representativos del mundo.
Desde que la mayoría de los clubes de fútbol profesionales se convirtieron en sociedades anónimas con fines de lucro, una extraña epidemia ha llevado a algunos de los hombres más acaudalados a invertir en esta actividad. Ser parte financiera de un equipo de fútbol se ha vuelto altamente rentable y lucrativo, una moda internacional comparable con otras actividades ostentosas que permiten rodearse de bienes suntuosos y establecer relaciones con el poder.
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Todo dependerá del dinero que se esté dispuesto a invertir para obtener grandes beneficios, incluso formar parte de la historia mundial del fútbol. No hablamos solo de personajes millonarios que adquieren popularidad a través del fútbol, sino de transacciones financieras millonarias, fondos de inversión, el comercio de jugadores por sumas asombrosas, la alta rentabilidad de certámenes mundiales, contratos publicitarios millonarios, derechos de transmisión y una amplia lista de actividades rentables desde todo punto de vista.
Lucro desmedido
Quienes piensan que el fútbol es solo una actividad deportiva y competitiva están equivocados. La alegoría o sensación que suscita pertenecer a un equipo futbolístico no tiene parangón, pero no puede compararse con el lucro, los dividendos y las ganancias, que muchas veces rayan en la usura.
No me refiero al lucro en términos peyorativos, sino porque detrás de la afición popular muchas veces prima el abuso y el engaño. Como sabemos, el lucro y la avaricia son primas hermanas de la corrupción. Estas se encubren o actúan de la mano, abusando de la confianza de los aficionados.
Corrupción privada
Se suele pensar que cualquier negocio entre privados no tiene limitaciones. Sin embargo, la corrupción entre privados también es un grave delito, tipificado en nuestra legislación penal mediante el Decreto Legislativo N.º 1385 del año 2018.
En efecto, cualquier socio, accionista, gerente, director, administrador, representante legal, apoderado, empleador o asesor de una persona jurídica de derecho privado (como un club de fútbol) que acepte, reciba o solicite donativos, promesas o beneficios indebidos, tanto para sí mismo como para un tercero, para realizar u omitir un acto que favorezca a otro, está cometiendo un delito.
Agravantes
Además, cuando estas prácticas implican el uso indebido de recursos públicos, la responsabilidad penal adquiere mayor gravedad. Las asociaciones o clubes usados como pantallas para cometer delitos enfrentan sanciones, al igual que los individuos responsables.
El manejo doloso de símbolos patrios, emblemas, lemas o cualquier elemento que identifique a una nación en contextos internacionales también agrava la responsabilidad penal.
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