Paucartambo: siete vidas apagadas en la carretera Huallamayo – Santa Isabel
Un vehículo que se dirigía al centro poblado de Santa Isabel perdió el control y se precipitó cerca de 700 metros al abismo.
El lunes 25 de agosto, a las tres de la tarde, el silencio de los cerros de Paucartambo fue interrumpido por un estruendo. Un vehículo que se dirigía al centro poblado de Santa Isabel perdió el control y se precipitó cerca de 700 metros al abismo. En su interior viajaban siete personas. Ninguna sobrevivió.
El impacto
Los primeros en llegar al lugar fueron vecinos y familiares que, con cuerdas y manos desnudas, descendieron por las laderas empinadas. El bus había quedado destrozado. Los cuerpos estaban dispersos entre los restos de metal. Uno de ellos, el de una bebé de dos años, fue hallado treinta metros más abajo. “Era como si la montaña hubiese querido apartarla del golpe”, comentó un rescatista conmovido.
El rescate se prolongó durante horas. Cada cuerpo recuperado arrancaba sollozos en la multitud que se había reunido en la carretera.
Las víctimas
El accidente cobró la vida de:
- Jesús Carhuaricra Ayala (conductor)
- Juan Muñoz Reyes
- Joaquín Roque Gonzales Haytán
- Angélica Beatriz Canto Ruiz (docente)
- Jasmín Castañeda Tolentino
- C. C. (menor de edad)
- Ronald Cajas Fretel
Entre ellos se encontraba una familia completa: padre, madre e hijo. Tres sillas vacías quedaron de golpe en una misma mesa.
La carretera del peligro
La vía Huallamayo – Santa Isabel, donde ocurrió la tragedia, es una ruta angosta y sin protección, conocida por los pobladores como una carretera de muerte. Cada curva guarda una cruz que recuerda a los que no regresaron. No es la primera vez que un vehículo se desploma en este tramo, pero las advertencias nunca han sido escuchadas.
El duelo
El pueblo de Paucartambo, que semanas atrás celebraba la fiesta patronal de la Virgen María Purísima, hoy está de luto. Las procesiones y danzas fueron reemplazadas por cortejos fúnebres y rezos improvisados.
Una mujer con discapacidad perdió en el accidente a su esposo, quien era su único sostén. Ahora enfrenta, además del duelo, la incertidumbre de la soledad.
“Necesitamos apoyo, cualquier granito de arena suma”, expresaron los deudos, que reclaman ayuda para costear los gastos funerarios y, sobre todo, seguridad en la carretera.
Un clamor pendiente
Mientras las siete víctimas son despedidas entre lágrimas y oraciones, los pobladores de Paucartambo exigen que la tragedia no quede en el olvido. Piden a las autoridades que la ruta sea atendida antes de que vuelva a cobrarse más vidas.
La montaña guarda silencio. El pueblo, en cambio, no deja de llorar.
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