Paul J. Foster destaca los videojuegos y esports como cultura deportiva en la era digital

Paul J. Foster es el actual Presidente de la Federación Global de Esports, y es uno de los mayores estudiosos e impulsores de los videojuegos y los sports en el mundo.

Existe la preocupación de que los videojuegos puedan aislar socialmente a los jóvenes. Paul J. Foster, en verdad, ¿qué papel desempeñan los videojuegos en la conexión y el desarrollo de los jóvenes?

Considero que, por el contrario, los videojuegos son una de las herramientas de conexión más poderosas en la era digital. Durante la pandemia del COVID-19, cuando el distanciamiento físico era esencial, los videojuegos se convirtieron en un salvavidas. Fueron una de las pocas plataformas que mantuvieron a las personas conectadas más allá de las fronteras, las zonas horarias y las generaciones. Entonces, jugábamos juntos, incluso estando separados, forjando amistades, compartiendo experiencias y manteniéndonos socialmente activos a pesar del aislamiento.

Lejos de desconectar a los jóvenes de la realidad, los videojuegos les ayudan a navegarla. A través de ellos, interactúan con diversas comunidades globales, aprenden habilidades de colaboración y comunicación, y desarrollan una fluidez digital esencial para el futuro. En un mundo cada vez más digital, los videojuegos no son una vía de escape, sino que, al contrario, son una puerta de entrada a la participación, la creatividad y las oportunidades.

Muchos jóvenes aspiran a una carrera en el mundo de los videojuegos, tal como ocurre en los deportes tradicionales. ¿Qué implicancias tiene esta tendencia para el futuro laboral?

Los videojuegos y los esports ya forman parte del mundo profesional. La industria de los esports abarca una amplia gama de carreras, desde desarrollo de juegos, transmisión y marketing, hasta psicología deportiva y producción de eventos. Estos son empleos reales en una economía global en rápido crecimiento.

Tomemos el ejemplo de Josselyn Abusabal, de Perú. Ella empezó como jugadora amateur de Dota 2 y ganó medallas para vuestro país en los Juegos Bolivarianos, el Campeonato Panamericano de Esports, y los Global Esports Games en el Reino de Arabia Saudita. Sus logros la llevaron a hablar en las Naciones Unidas como embajadora de la Global Esports Federation y, finalmente, a desarrollar una carrera en una importante marca internacional de bebidas energéticas. La trayectoria de Josselyn demuestra que los esports pueden abrir las puertas a un crecimiento personal y profesional extraordinario.

Uno de los mayores cuestionamientos, y miedos, estaría relacionado con el tiempo que pasan los jóvenes frente a la pantalla, con la práctica excesiva de videojuegos.

Como en cualquier actividad, la moderación es clave. No existe evidencia científica concluyente que vincule los videojuegos competitivos con la adicción. Lo que estamos observando es un cambio generacional en la forma en que los jóvenes socializan y consumen entretenimiento. Antes, veían la televisión, escuchaban música o llamaban a sus amigos por teléfono, todo por separado. Hoy, hacen todo esto simultáneamente mientras juegan. Los videojuegos se han convertido en un espacio multifuncional donde los jóvenes interactúan, crean y se expresan. La clave está en el equilibrio y la orientación, no en el miedo.

¿Los videojuegos pueden causar problemas de adicción al juego? ¿Existiría una relación entre los esports y las apuestas? 

Esa afirmación es irresponsable, confunde dos actividades muy diferentes, y carece de fundamento científico. La ludopatía se asocia con los juegos de azar y las apuestas, pero no con los esports competitivos. Investigaciones de la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psicología han demostrado que jugar videojuegos de forma estructurada, y con un propósito, puede favorecer el desarrollo cognitivo, mejorar la concentración y la regulación emocional. Los esports se basan fundamentalmente en la disciplina, la estrategia y la habilidad. A diferencia de las apuestas, no implican ningún elemento de azar ni de apuestas, solo entrenamiento, trabajo en equipo y rendimiento.

En esta era de digitalización de la vida, ¿aún es legítimo afirmar que los esports son accesibles para unos pocos privilegiados?

De hecho, los videojuegos son una de las formas de entretenimiento más inclusivas y accesibles del mundo. Estudios e informes de la industria muestran que casi el 50% de la población mundial juega videojuegos, y esto incluye cada vez más los juegos móviles, que son asequibles, y están muy extendidos. Al respecto, los esports se basan en principios, que los podemos llamar las “cinco íes” de la inclusión: inclusión social, pues cualquier persona puede participar, independientemente de su posición en el campo social; inclusión económica, pues el acceso básico es a través del móvil; inclusión geográfica, pues se puede jugar desde cualquier lugar; e inclusiones, racial y por edad. Los esports no son para unos pocos, son para la mayoría.

Finalmente, ¿en qué contribuye al Perú la organización de un torneo internacional de esports?

Organizar un torneo internacional de esports es una oportunidad histórica para que Perú se posicione como un hub de innovación, participación juvenil y cultura digital a nivel regional. Comprendamos lo siguiente: El Global Esports Tour Lima 2025 es mucho más que una simple competencia, porque es una plataforma para la educación, la inclusión, la cultura digital y el progreso tecnológico. Nos enorgullece colaborar con Perú para construir un legado que inspire y empodere a la próxima generación para competir, crear y contribuir a un futuro global dinámico.

Videojuegos: ¿entretenimiento o riesgo para la salud mental?

Los videojuegos se han consolidado como una de las formas de entretenimiento más populares en el mundo, especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, su creciente presencia en la vida cotidiana ha despertado preocupaciones sobre su impacto en la salud mental y la posibilidad de generar adicción.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2018 se reconoció oficialmente el “trastorno por videojuegos” como una condición de salud mental. Este diagnóstico se aplica a quienes pierden el control sobre su tiempo de juego, priorizan los videojuegos por encima de otras actividades y continúan jugando a pesar de consecuencias negativas en su vida personal, social o académica. Aunque la OMS aclara que solo un pequeño porcentaje de jugadores cumple con los criterios para ser diagnosticado, el debate sobre los riesgos persiste.

Diversos estudios han señalado que un uso excesivo de videojuegos puede asociarse con síntomas de ansiedad, depresión y problemas de sueño. Además, los videojuegos altamente competitivos o con sistemas de recompensas constantes pueden estimular mecanismos similares a los observados en otras conductas adictivas, afectando la capacidad de autocontrol.

Sin embargo, expertos también destacan los beneficios potenciales de los videojuegos, como el desarrollo de habilidades cognitivas, la coordinación mano-ojo y el fomento de la socialización virtual. La clave, señalan, está en el equilibrio: establecer límites de tiempo, supervisión parental y promover actividades complementarias fuera de la pantalla.

A medida que la industria del gaming sigue creciendo, especialistas y familias enfrentan el desafío de maximizar los aspectos positivos de los videojuegos, mientras se mitigan los riesgos de su uso desmedido. La conversación sobre su influencia en la salud mental sigue abierta y plantea la necesidad de mayor educación y conciencia sobre un consumo responsable.

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