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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

Un interesante artículo del presidente del Poder Legislativo, Pedro Olaechea, aparecido ayer en EXPRESO, entre otros aspectos resume la inmensa incompetencia de algunos gobernantes. En primer término, desbarata la mendacidad -efectista, eso sí- de Kuczynski y Vizcarra, al incordiar como obstruccionista al Congreso.

Desde esta trinchera fuimos muy críticos de la candidez –¿o acaso pretensión?– transpirada por el expresidente colombiano Juan Manuel Santos en su desaforado afán por firmar un acuerdo de paz con el terrorismo de su país. Es más, Santos cedió desde el primer minuto del proceso al aceptar a La Habana como terreno para llevar a cabo las negociaciones con las farc.

El Gobierno intenta que el ‘affaire’ Chinchero -que pone nervioso al Presidente- pase desapercibido. Pero en democracia no hay fuerza capaz de esconder la verdad. Especialmente cuando alguna camarilla pretende quedar impune tras intentar robarle millones al país. Recordemos las claves de esta tentativa de asalto al Estado.

¿Vamos a dejar que siga engañándonos un ciudadano como Martín Vizcarra, jamás escogido por el pueblo; sin apego a la bancada que lo acogió; sin respeto por el cargo al violentar las reglas del Estado de Derecho, como confirma la grabación donde conversa con autoridades de Arequipa a quienes les pide levantarse contra el Estado si incumpliese “mi palabra!

Quienes desde 2011 han venido dirigiendo nuestro Estado lo han hecho sin la menor decencia y absolutamente desapegados al sentido común. La carencia de ambas cualidades es lo que ha conducido al Perú al terreno pantanoso en que se encuentra.

The Wall Street Journal, el influyente matutino estadounidense, publicó un informe sobre nuestra región titulado “Nuevamente sombría perspectiva sobre América Latina”, citando el viejo cuento de que “Latinoamérica es la región del futuro… y lo será siempre”. Durante los últimos cinco años, el subcontinente creció apenas 2.8% en promedio.

Los fiscales Vela Barba y Pérez Gómez operan al compás de quién les sopla la copla. Y para jueces como Manuel Luyo Zavaleta prevalecerían los libretos de la izquierda por encima de la única, verdadera Justicia. Que es aquella que se imparte carente de toda atadura y libre de pasiones, simpatías o antipatías.

Alfredo Thorne, el hombre de confianza de Pedro Pablo Kuczynski; el elegido por PPK; el brazo derecho del frustrado CEO del Perú; su ministro de Economía designado antes de juramentar a la primera magistratura, acaba de desinflar el Zepelín que construyera su ex jefe propagando por calles y plazas que este Congreso es “obstruccionista”.

El presidente Vizcarra alucina que su único escollo es la democracia representativa asentada en el Legislativo. Definitivamente la mayoría en el Congreso es de oposición. Así acordó el Soberano en los comicios de 2016. Contra ello no existe dictador ni dictadorzuelo que pueda irse en contra. El pueblo vota, elige y santa palabra.

Mucha agua ha corrido desde que Martín Vizcarra, colgado de Pedro Pablo Kuczynski, se aupara al poder participando en una plancha presidencial que nadie comprendía cómo se formó. Hasta que Carlos Bruce aclaró que Kuczynski colocó de primer vicepresidente a Vizcarra para bajarle el tono sanisidrino a su propuesta.

La miopía sigue imperando entre los peruanos. La mayoría todavía cree que esta crisis político-social-económica es pasajera, y se solventará por sí sola porque Dios nació acá. La campaña de embrutecimiento a la sociedad montada por los medios comprados por el oficialismo es de tal calibre que impide al ciudadano comprender la gravedad del momento que está viviendo el Perú.

Llegó la hora de hablar fuerte y claro. El ciudadano Martín Vizcarra, presidente accidental, quiere aplicar a rajatabla la estrategia chavista para imponer el socialismo sudaca en el Perú. El plan de clausurar el Legislativo marcó su pauta golpista a la venezolana. Así empezó Chávez y ahora sabemos cómo acabó.

Comentábamos ayer la precipitada evolución de la crisis económica, generada como consecuencia del caos sociopolítico desatado por el descalificado mandatario Vizcarra y sus asesores progre-marxistas, de la mano de esa prensa corrompida comprada por Palacio de Gobierno con el avisaje estatal pagado por la ciudadanía.

La tormenta política desatada por el presidente postizo Vizcarra –convocar anticipada y precipitadamente a elecciones generales en abril del año entrante, para disimular de esa manera su absoluta incapacidad personal para ejercer el cargo de mandatario- no sólo ha precipitado un caos en materia de gobernabilidad, sino que ha multiplicado la recesión económica que impulsara el funesto Humala; ac

La concentración mediática adula al cuestionado régimen Vizcarra a cambio de avisos estatales. Su misión es defender a ultranza al fallido gobierno que está destruyendo el país. El Comercio, por ejemplo, viola los principios de una familia que alguna vez tuvo la decencia de forjar un diario que no transigía con la mentira, la traición ni las dádivas del poder de turno.

El incomparable George Orwell sentenció en Rebelión en la Granja que una vez instalados en el poder, “todos los animales son iguales; pero algunos son más iguales que otros”. Pareciera que esto lo aplicase al pie de la letra el funesto régimen Vizcarra. La sucesión de burradas que confirmamos cada día desde el ápice del poder Ejecutivo sólo se comprenden bajo esta máxima.

Desde finales de los noventa, lo que ocurre en esta nación, amable lector, es que está sicosocialmente dominada por una prensa prepotente y jactanciosa que persevera en dominar todo lo que ocurre en nuestra país. Una prensa que se pone por encima de la ciudadanía –la dueña del país- dictándole a qué autoridades debe elegir.

Un Parlamento remozado –bajo un presidente demócrata y con cabeza bien amoblada como Pedro Olaechea, y gente coherente presidiendo las principales comisiones- se apresta a reiniciar labores en esta nueva Legislatura. ¡Cónclave importantísimo para el Perú! No se trata, evidentemente, de una Legislatura cualquiera. No, estimado lector.

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