A dos años de la trágica muerte de Alan García, provocada por un miserable apellidado Vizcarra, al peruano común y corriente le envuelve un manto de desorientación. Perú está desconcertado, ad portas de su ya bicentenaria historia republicana.
Luis García Miró Elguera
Vargas Llosa le habría dado el abrazo del oso a Keiko Fujimori. Sus expectativas de influir esta vez en el electorado son muy relativas. El descrédito de sus palabras, en lo que atañe a señalar por quién votar, es manifiesto. Inauguró su saga de disparates apoyando a Alejandro Toledo (“lo considero la mejor opción para el Perú”).
Maduro se ha consolidado en Venezuela. Empezando por Estados Unidos, la Unión Europea, el Grupo de Lima y, en general, el resto del planeta, todos han decidido dejar de lado el caso Venezuela, abandonando a millones de venezolanos frente a una tiranía letal.
Resulta reveladora, preocupante, insólita la manera como el Estado trata con guantes de seda al imputado por corrupción Martín Vizcarra. La presidenta del Congreso, comunista para mayor seña, ha puesto sendas trabas al acuerdo de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales adoptado por unanimidad el 7 de este mes por la Comisión Permanente del Legislativo.
Nos ocupábamos ayer de la irresponsabilidad con la que actúa cierto sector de nuestra juventud para pensar en el futuro del país. El propio hecho de equivocarse al compulsar las cosas a la ligera; o peor aún, desdeñar el peligro que enfrentamos como sociedad al dejar que el comunismo se apropie sin retorno del Perú, revela una inconmensurable falta de sindéresis.
No es que dé la sensación. Es que el triunfo electoral del comunismo en primera vuelta ha cogido con los pantalones en el suelo a nuestra centroderecha. Aparece por ahí una suerte de pasmo generalizado.
El triunfo en primera vuelta de Pedro Castillo tiene un significado clarísimo: el pueblo no quiere a la clase media, Mucho menos, a la clase con poder.
La secuela de la elección del domingo tiene responsables. Miserables responsables. Empezando por Marcelo Odebrecht, José Graña Miró Quesada y las empresas que han subsistido medrando de su bolsillo, amable lector, enriqueciendo a sus accionistas. Consecuentemente, generando un caldo de cultivo que indignó al ciudadano desde los hechos descubiertos a finales de 2016.
¡Perú cayó en desgracia! Acabó toda expectativa de tranquilidad, esperanza, libertad.
La desinformación y la manipulación de 32 millones de peruanos concluyó ayer. La cadena de insinuaciones, “fake news”, golpes bajos, etc., ha llegado a su fin, amable lector. Hoy quien va a decidir en solitario es usted. Lo hará en la cámara de votación, acompañado por su conciencia y su mirada a futuro.
No, ingeniero Sagasti. ¡El que ha fallado es usted! Esa entelequia a la que usted llama Estado no tiene autonomía propia. Es un ente subjetivo que se utiliza como figura para representar a la nación, que funciona de manera exclusiva gestionado por un gobernante que, en los regímenes democráticos, es elegido por la ciu-da-da-nía.
La indecisión del electorado sigue siendo muy alta, estando a escasos días de que se realicen una de las más complicadas elecciones que haya tenido el Perú. Síntoma de que el Populorum presiente que ningún aspirante a palacio reúne las suficientes condiciones para presidir el país. Y con ello hacerse de la vida, salud y hacienda de 32 millones de peruanos.
Una fuente de resquebrajamiento económico -y finalmente de corrupción- son los subsidios. El Estado no es mecenas. Y si por alguna crisis los políticos decidiesen ayudar al pueblo, al único recurso al que deben acudir es al que beneficie únicamente al pueblo. No a sectores ni gremios específicos.
El fraude está en marcha. Que no le quepa duda, amable lector. ¡Otra cosa es que tenga éxito!
Este gobierno de socialistas sudacas disfrazados de moraditos, viene interfiriendo de manera grotesca, ilegítima e inconstitucional en el proceso electoral del 11 de abril.
La progresía marxista, la izquierda caviar o el socialismo sudaca constituyen la verdadera lacra que mantiene en la escoria a naciones tercermundistas, como desafortunadamente sigue siendo la nuestra.
El tiempo vuela. Y cada hora que pasa la cercanía del 11 de abril pone en jaque al Perú. No sólo dispara una creciente, furiosa crispación en Juan Pueblo, sino que pone los pelos de punta tanto a los inversionistas locales como a los extranjeros.
Según un censo de la OMS, hasta el viernes 2 la cifra global de contagios por covid ascendía a 127.8 millones; la de los fallecidos a 2.8 millones. Vale decir, un 0.45% de muertos respecto a la cifra de contagiados. Latinoamérica tiene 55.7 millones de contagios y 1.34 millones de muertes, lo que significa 0.41% de fallecidos por contagiado. Perú no cuenta con una estadística segura.