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Luis García Miró Elguera

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Luis García Miró Elguera

¿Para esto lucharon tanto nuestros antepasados? ¿Para esto murieron compatriotas nuestros en la gesta de la Independencia de España? ¿Para esto bregaron tanto miles de peruanos durante los dos siglos como República que se apre sta a cumplir nuestra patria?

Como candidato a presidente del Perú, siendo apoderado del impresentable Chávez, Ollanta Humala fue un torpedo metido en política. La leyenda asegura que recibió de Chávez millones de dólares vía valija diplomática para sufragar su primera candidatura a la presidencia del Perú.

El presidente Sagasti, la premier Bermúdez y la ministra Mazzetti parecen olvidar que las mentiras tienen patas cortas; y que por la boca muere el pez.

Con la complacencia -¿connivencia?- de las elites socioeconómicamente más cultas y favorecidas del país, una izquierda bastarda –los caviares, surgida de la hipocresía de falsarios auto titulados socialistas, pero que en rigor son una partida de zánganos que sólo saben vivir de las consultorías del Estado y del mangoneo a una casta politiquera deplorable, como aquella que hoy nos gobierna- deci

Revisemos algunos guarismos de fuentes de absoluta credibilidad, como la BBC o The Economist, cuando se refieren al Perú al momento de contrastar estadísticas -a nivel global- relativas a los efectos de la pandemia Covid. En primer lugar somos el país con la cifra más alta de muertos por millón de habitantes.

La incapacidad, la desidia, el facilismo, la mediocridad, la argucia y la corruptela de esta administración pública apoyada por sucesivos gobernantes malos, improvisados, obtusos, sin formación democrática ni respeto por la Constitución, ha puesto en serios aprietos a la estabilidad jurídica en el Perú, convirtiéndolo en uno de países con menor sumisión al Estado de Derecho y su sociedad someti

Comentábamos recientemente las malversaciones del gobierno en tiempos no solo de crisis de salubridad -por la pandemia-, sino socioeconómica. Quizá una de las épocas más dramáticas de las últimas décadas, tan infamemente gestionada por presidentes interinos sucedáneos del exgobernante Kuczynski, obligado a renunciar por utilizar las puertas giratorias entre el poder y la corrupción.

En la multiplicación del Covid, resulta cierta la responsabilidad de los medios vendidos a palacio. El Comercio y sus sucedáneos Correo, Perú21, canal 4, canal 9, etc.; La República; RPP; etc., alentaron, sin pestañar, las violentas marchas contra la decisión del Congreso de vacar al investigado por corrupción Vizcarra.

Vivimos tiempos de emergencia. Tanto sanitaria como financiera. La sociedad soporta una nueva arremetida del Covid, que ya ha cobrado más de 100,000 muertes. Por su lado, la economía nacional está en cuidados intensivos, producto de la infame gestión de Vizcarra y Sagasti.

Mientras el embuste de la vacuna sigue campeando –en esta tragicomedia de bufones y tontos que pretenden marear al ciudadano con medias verdades y desinformaciones–; cuando se aceleran las muertes por esta segunda ola provocada por las marchas de protesta azuzadas por el partiducho morado que ahora gobierna: cuando estalla el nuevo contagio por los desbandes incitados por Sagasti en diciembre t

La credibilidad de Sagasti es nimia. Apenas existe entre su ocasional círculo de poder. Nada más. Un presidente que incumple su palabra en temas tan severos –descuidar la salud de la sociedad, por ejemplo- no merece siquiera otra oportunidad, como insinúan los acomodaticios.

Las reglas conminatorias de obediencia ciega son patrimonio del comunismo. La gente pasa a ser dependiente del autócrata de turno. Desaparece el amparo que brinda el tejido social, dejando al individuo mentalmente solo, desamparado. Debilitando, hasta eliminando su habilidad para resistir. Consecuentemente, cae preso de la tensión y del miedo; del estrés y de la angustia.

Vivimos épocas exponencialmente peligrosas. Cada día la polarización ciudadana va a más. Se trata de una crisis transversal. Afecta a los integrantes de las clases A hasta la Z. A este paso, la sociedad peruana va camino directo a su inviabilidad. La desunión es el denominador común. ¿Cómo hemos llegado a semejante escenario de odios, fobias, pendencias?

Los peruanos hemos perdido todo sentido de la realidad. Cada lustro atentamos contra nuestra democracia eligiendo a incapaces para gobernarnos. Vale decir, escogemos el camino directo para liquidar “el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes”, como sabiamente lo describiera Churchill.

Jorge Muñoz tiene talante político.

¿Le parece normal, amable lector, que “la sociedad civil” –manejada por esa progresía caviar que se jacta de ser políticamente correcta, moralmente impoluta y defensora de los intereses de nuestra sociedad– silencie en siete idiomas el escándalo que significa que Petroperú haya construido una refinería mediana –con capacidad para procesar 90,000 barriles/día– a un costo para el Estado de US$ 6,

Explicábamos ayer por qué –a juicio nuestro- las fuerzas vivas (el jet set empresarial) han destruido el Perú. ¡Lo peor, amigo lector, es que siguen destruyéndolo! Su meta es tener en palacio de gobierno a un pelele que les sirva de pararrayos para evitar que la Justicia actúe como debe.

El festín de corrupción que vivió el Perú –particularmente en las primeras dos décadas de este siglo- ha sido inconmensurable. Presidentes coludidos con sendos contratistas “amigos” le han robado a los peruanos decenas de miles de millones de dólares.

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