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Gobernados por unos fanáticos

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Fecha Publicación: 31/01/2021 - 23:00
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Comentábamos recientemente las malversaciones del gobierno en tiempos no solo de crisis de salubridad -por la pandemia-, sino socioeconómica. Quizá una de las épocas más dramáticas de las últimas décadas, tan infamemente gestionada por presidentes interinos sucedáneos del exgobernante Kuczynski, obligado a renunciar por utilizar las puertas giratorias entre el poder y la corrupción. En el fondo, como lo hemos señalado anteriormente, Kuczynski es responsable de haber escogido a un malandrín apellidado Vizcarra como vicepresidente. Según el exministro pepekausa Carlos Bruce, PPK se allanó a incluirlo en su plancha presidencial para atemperarla étnicamente “colocando a un provinciano”. Una decisión fatal, cuyas consecuencias está pagando caro el país.

Porque sabiendo de las miserias en que se hallaba muestra Sanidad Pública –siendo gobernador moqueguano se habló que habría medrado construyendo un hospital que, tras una década en obras, todavía sigue inconcluso- y conociendo además a través de la experiencia mundial que se trataba de una peste colosal, Vizcarra era consciente de que, para encararla, le resultaba indispensable usar todos los esfuerzos personales y del Estado. Sin embargo, hizo caso omiso. Y miserablemente gestionó toda la actividad gubernativa –fundamentalmente Salud Pública como Economía- con una apabullante improvisación, un marcado desdén y, por qué no decirlo, con evidente sevicia. Su claro emperrechinamiento en no adquirir las pruebas moleculares, sino las rápidas multiplicó los contagios in extremis; su dejadez al no comprar camas UCI, plantas para producir oxígeno medicinal ni material apropiado para médicos, enfermeras, auxiliares disparó la gravedad de los enfermos; y, por último, su temeridad al no formalizar contratos para adquirir la vacuna -pagando lo que fuese necesario, contratando al servicio logístico global más eficiente para traerlas, y elaborando un óptimo plan de inoculación- coloca a los peruanos en la peor posición frente al resto de la aldea global. Y en el colmo del cinismo ahora este sujeto intenta ser congresista, pese a cargar sobre su espalda con más de cien mil muertes producto de su incapacidad, mitomanía y crueldad, aparte de aquellas corruptelas que vienen siendo investigadas por la Fiscalía. Todo esto lo pinta a Vizcarra como aquel gobernante canallesco que sostenidamente traicionó, cabildeó y mintió a los peruanos.

Pero, además, en plena pandemia Vizcarra distrajo cientos de millones de soles para publicidad –comprando a la prensa corrupta para atornillarse en el poder- y miles de millones de soles en contratar consultorías de operadores políticos caviares. En ese contexto, ¿cómo fue posible que el mandatario de un Perú camino al despeñadero no concentrase todo el esfuerzo fiscal en defender la vida y salud de su sociedad? Eso es crimen de lesa humanidad. Acá y en cualquier nación. Hoy su heredero Sagasti aporta su cuota de complicidad, destinando -en pleno clímax pandémico- S/ 17’000,000 en publicidad para: “promover un sentimiento nacional: para el fortalecimiento de valores nacionales; para promover cambios de hábitos saludable con información ‘inclusiva’”. ¿Con qué se narcotizaron quienes crearon y finalmente aprobaron tamaña estupidez? Repetimos como siempre, ¡así es esta izquierda!, amable lector. Una congregación de fanáticos dispuesta a destrozar nuestro país.