100 días en silencio
Hoy se cumplen cien días desde que la señora presidente no brinda entrevistas a la prensa ni convoca a conferencias. Es difícil augurar que Boluarte concluya su mandato mostrando poca transparencia e imponiendo su silencio para no rendir cuentas, ni responder a los cuestionamientos, denuncias o investigaciones de la Fiscalía, que presuntamente la involucrarían.
El gobierno de Boluarte viene realizando una pobre gestión. Hace oídos sordos ante los válidos reclamos de la población que, sintiéndose amenazada por el célere avance de la criminalidad, el sicariato y las extorsiones, agudizan la percepción de que su gobierno marcha sin rumbo. En medio del caos, nuestra economía ha dejado de crecer a la velocidad que necesitamos para contar con los recursos que permitan reducir la pobreza.
Un reciente estudio de Datum ratifica que lo único que crece en nuestro país es la desaprobación a la gestión de Dina Boluarte. Solo uno de cada veinte peruanos cree que lo hace bien. Hasta la evaluación de ministros, cuyos nombres ni siquiera recordamos, sale mejor calificada. La presidente Boluarte no puede victimizarse culpando a otros de “atentar” contra su imagen. No reconoce que su gobierno ha sido incompetente para dar solución a los grandes problemas de nuestro país.
Por la forma en que llegó a Palacio de Gobierno, sin partido ni bancada en el Congreso, su gobierno parecía tener fecha de expiración. Hasta ahora ha logrado mantenerse en el poder por la madurez de algunos partidos de oposición que, en defensa de la gobernabilidad, la respaldan. Otros partidos, habiendo sido sus más severos críticos o leales escuderos, han sido permisivos por conveniencia para quedarse junto a ella y gobernar hasta el 2026.
Es muy probable que el Congreso, una vez que se convoque a elecciones generales o cuando el Legislativo ya no pueda ser disuelto, opte por la vacancia si las investigaciones concluyeran con pruebas suficientes para acusar a Boluarte.
Lamentablemente, ni los recientes paros y protestas la sacan de su zona de confort. Boluarte parece ningunear los reclamos de la gente. No se inmuta ni se despeina ante la desesperación de cientos de miles de emprendedores que, amenazados y temiendo por su vida, reclaman que el Estado cumpla con brindarles protección, seguridad y justicia para poder trabajar.
Dina Boluarte no es consciente de que lo real es la indignación e incertidumbre de la gente. Sus fantasías son hablar de conspiraciones y enemigos que, de tanto repetirlas, termina creyéndoselas.
Mientras la mandataria parece más preocupada por evitar que se descubra algo que la perjudique, los gremios anunciaron para noviembre, en días previos a la APEC, un paro nacional indefinido exigiendo una respuesta de Dina Boluarte para enfrentar con firmeza la violencia. Si no lo hace, podría terminar desestabilizando su gobierno.
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