A 140 años de la firma del Tratado de Ancón
Hoy, viernes 20 de octubre, se cumplen 140 años de la firma del Tratado de Ancón (1883) que puso fin a la guerra que Chile nos declaró en 1879. Nuestros escolares y universitarios deben conocerlo y los maestros que no lo enseñen, creyendo absurdamente que sería alentar el revanchismo, deberían renunciar a enseñar historia por ser timoratos crónicos sumergidos en su coraza de papel, propia de los derrotados, por el grave daño en la idiosincrasia y en el alma de las nuevas generaciones de peruanos. Este tratado nunca debió firmarse -pero lo hizo Miguel Iglesias, pensando en sus intereses personales- y fue ratificado al año siguiente. Fue desfavorable para el país pues a la sola firma perdimos para siempre Tarapacá, y las ciudades de Arica y Tacna, invadidas por Chile, debieron ser objeto de un plebiscito o consulta popular que creímos cándidamente dado que jamás se realizó. Los franceses, con Du Petit Thouars, que amenazó ir contra la escuadra chilena si continuaban destrozando Lima, y el presidente de EE.UU., James A. Garfield (1881), al comienzo, eran razones poderosas para no firmarlo.
A los gobernantes que siguieron luego de la guerra, les faltó agallas para afrontar política y diplomáticamente la chilenización de Arica y Tacna -Manuel González Prada, primero, y Jorge Basadre, después, los imputaron-, hasta que llegó Leguía, injustamente criticado, para poner coto al problema, con la firma del Tratado de 1929, por el que perdimos para siempre Arica y recuperamos a la heroica Tacna. Basadre dijo que debemos conocer el texto del Tratado de Ancón para no repetir los errores del pasado. Para Iglesias, acaudalado hacendado del norte del país, sus intereses estaban primero, como lo fue para aquellos que se opusieron a mi propuesta (2008) para que el Perú solicitara a la Corte Internacional de Justicia que declarase la entonces zona de controversia marítima peruano-chilena como “Área en disputa” lo que impediría la depredación ictiológica en ese lugar hasta que se diera el fallo (2014). Era lo lógico y no lo pedimos. El Tratado de Lima de 1929, firmado 46 años después, normalizó nuestra relación con Chile y el día de hoy los dos países debemos mirar el Pacífico, donde lidiamos combates durante la guerra, como parte de un escenario compartido y dominado por la paz permanente.
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