15 días
En nuestra columna de la semana pasada hicimos un análisis crítico de la situación que iba a desatar la presencia del coronavirus en el país por la absoluta imprevisión gubernamental que se puso de manifiesto cuando el Presidente comunicó la detección del primer caso en el Perú y nos dijo que estábamos preparados y que confiáramos en nuestro sistema de salud a sabiendas que este ya había sido desbordado por la demanda ordinaria de la población, tanto así que nadie hablaba del dengue y de la malaria.
Por eso no nos ha sorprendido la necesaria medida de restricciones en el tránsito y el toque de queda decretado en la fecha, con suspensión de toda la actividad productiva, del comercio y del trabajo en general, tanto en el sector público como en el privado.
No hay otra salida y todos debemos acatar las disposiciones que se vayan dictando porque, al no haberse programado nada, todo tiene que ir improvisándose según los resultados de las medidas iniciales.
A este respecto lo que nos generó mucha preocupación fue el efecto económico inmediato que la medida iba a producir en los sectores de casi nulos recursos económicos y en el sector informal que representa más del 60% de la población económicamente activa, ni qué decir de los desempleados y de los que viven del día a día. La respuesta del Gobierno vino casi de inmediato disponiendo la entrega de S/380.00 a cada familia de escasos recursos a través del sistema bancario, según se dice, porque ya se tiene identificado a los destinatarios. Al respecto surge una duda razonable sobre el mapeo e identificación de aquellos, pero es un contrasentido hacer que se desplacen a un Banco cuando debió hacerse la distribución casa por casa. Una estampida en masa hacia locales pequeños y en plena etapa 3 del ataque del virus puede generar más de un problema para todos.
El otro tema que el Gobierno debe resolver es el de las remuneraciones para los trabajadores públicos y privados, porque al cerrarse los establecimientos industriales y comerciales, el empleador tendrá un stock de bienes y una oferta de servicios paralizados, con deudas por el financiamiento obtenido en el sistema bancario o en el sector informal. ¿Cómo pagará obligaciones el empleador si el Gobierno no fija reglas claras de manera imperativa para los bancos y financieras el estilo Macron en Francia? El dejar la solución a lo que buenamente ofrezcan los bancos es dejar al más débil a merced del más poderoso y estos no perdonan en intereses, comisiones y demás gastos.
Otra necesaria previsión es la de definir de inmediato la forma en que se solucionará el pago de los servidores públicos. Ya se ha previsto el de los CAS pero no el problema de los contratados por honorarios que, en realidad, hacen lo mismo que los CAS con todos los elementos de un contrato de trabajo, a quienes en muchas dependencias les han informado que no les pagarán nada por el tiempo que dure la cuarentena.
Ojalá que el proceso de contagio sea controlado con la disciplina de todos nosotros pero habrá una secuela al culminar estos quince días…