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2025: año bélico

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Fecha Publicación: 28/12/2024 - 22:50
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Augusto Townsend Klinge, promotor de la plataforma virtual Comité de Lectura, nos enlaza a través de la red social X con las reflexiones sobre “la ecología de la violencia política” que formula la doctora Christiane Marie Abu Sarah (directora del programa de Estudios Internacionales en Erskine College. Allí imparte cursos que exploran la historia del comportamiento, la historia legal y los estudios de conflictos, fomentando la apreciación de las conexiones globales y las culturas diversas).
Abu Sarah, en un interesante TED Talk (conferencia original impartida por personalidades científicas, profesionales, políticas, etc.), identifica cuatro condiciones sobre los perpetradores de la violencia política:
Suelen estar inmersos en burbujas o cámaras de eco donde solo escuchan aquello que coincide con sus posiciones ideológicas y más bien desprecian o califican de “fake news” a todo aquello que se opone a estas.
Responden a un entendimiento híper tribal de la sociedad. Operan sobre la base de un “nosotros versus ellos” que incluso les hace sentir placer cuando algo malo le ocurre a alguien que identifican como del bando opuesto.
Tienen una inclinación muy fuerte a enfatizar lo que nos diferencia como personas más que aquello que nos hace semejantes. Esto los lleva a deshumanizar a quien perciben como distinto o como una amenaza.
Han atravesado un proceso de acondicionamiento que los conduce a responder emocionalmente a determinadas señales.
Townsend Klinge añade que estas condiciones se vienen reproduciendo crecientemente en muchas democracias del mundo y que el efecto burbuja de las redes sociales está haciendo que el tribalismo y la polarización se salgan de control, recomendando (estoy de acuerdo) trabajar incansablemente para desactivar este riesgo.
Sin embargo, en el caso peruano, resulta necesario ubicar —dentro de su larga historia de tribalismo y polarización— el detonante más reciente que nos ha colocado al borde de una guerra civil no convencional y a sus perpetradores. Lo hallo, sin duda alguna, en la figura amorfa de esa coalición de comunistas reciclados, oenegeros asalariados y comunicadores ad hoc que cumplieron paciente y metódicamente el propósito de capturar importantes estructuras del Estado (sistema judicial, salud, orden interno, defensa, cultura) e implementar una agenda disfrazada de protección de derechos.
Calzan perfectamente con lo dicho por la doctora Abu Sarah: solo escuchan a quienes coinciden con ellos, sienten placer con lo malo que le ocurra al adversario (el brindis de Gustavo Gorriti con Jaime Villanueva por la muerte de Alan García), deshumanizan a quienes piensan distinto (“fachos”, “fraudistas” y recientemente “ecosistema de la desinformación”) y siempre se exhiben refunfuñando o rasgándose las vestiduras.
Ciertamente, esta coalición tiene detractores extremistas de similares características. Pero la guerra del fin del mundo que ella emprendió autoasignándose la condición de redentores, puros y demócratas (sin serlo) ha colocado al país en una pugna liquidadora, por el momento irreversible y que, auguro, materializará muchos actos de violencia política en el nuevo año.
Lo digo como predicción y no como deseo: 2025 será bélico para los peruanos.

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