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31 años de responsabilidad del Estado peruano frente al terrorismo

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Fecha Publicación: 12/09/2023 - 21:30
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Al recordar, ayer, martes 12 de septiembre, 31 años de la detención y encarcelamiento de Abimael Guzmán Reinoso (1934-2021), líder máximo del grupo terrorista, Sendero Luminoso, y en ese mismo día, 2 años de su muerte, conviene mirar, estricto sensu, hacia el Estado peruano, en este largo tiempo transcurrido, y decir lo siguiente: el mayor responsable de que las nuevas generaciones conozcan la monstruosidad de Sendero Luminoso, es el ESTADO PERUANO, pero éste, como siempre, ha seguido dormido en sus laureles, conseguidos con creces en 1992.

Costó y mucho encarcelar a la cúpula terrorista que ensangrentó el país por más de una década (1980-1992). Se hizo bien y hay que destacarlo, no seamos mezquinos, y en la segunda etapa correspondía trabajar intensamente en las escuelas y en las universidades para que los peruanos que iban naciendo y creciendo, después de esa época, tuvieran muy claro el enorme daño que ocasionó Sendero a los peruanos. Pero no se hizo y eso estuvo muy mal. Sendero Luminoso está en otra etapa de la denominada “guerra popular”, desarrollando su fase ideológica, bastante asolapada –algunas porciones sin estructuras siguen asociadas al narcotráfico–, para ganar adictos y espacios con fachadas políticas y luego buscar recuperar su “ejército popular revolucionario”. Pero el ESTADO no lo ha querido ver así y no me refiero al Estado peruano de este gobierno, únicamente. NO.

Estoy mirando a todos los gobiernos que siguieron a la exitosa operación de neutralización de Guzmán, que fue lo mismo que su derrota. Recogiendo a Manuel González Prada y a Jorge Basadre que, lamentablemente, cada vez se lee menos, diré en tono de protesta: ¡pero qué ESTADO tan descuidado, seguimos teniendo! ¿Cómo es posible que nuestros niños y jóvenes, no conozcan quién fue Abimael Guzmán y qué hizo Sendero Luminoso en esa época en el país? Muchos terroristas fueron condenados a cadena perpetua, como el propio Guzmán, pero en el camino increíblemente autoridades blandengues les cambiaron las penas teniendo que dejarlos en libertad, y hasta doblegando ante los cuestionamientos por los jueces sin rostro que, apenas identificados, hubieran sido sistemáticamente eliminados.

No hubo un trabajo en equipo, pues mientras la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, como hasta ahora, combatían valientemente a Sendero con las armas y un detenido trabajo de inteligencia, para evitar que rebrote, el poder político andaba cruzado de brazos sin empoderarlos, también como hasta ahora, y los ministerios de Educación y de Cultura, no hicieron nada a fondo para liquidar al terrorismo en las aulas y en los espacios de cultivo del alma nacional (museos, teatros, etc.), respectivamente. La acción del Estado en su porción del poder político ha sido ajeno, descuidado y confiado en estas más de tres décadas, es decir, completamente irresponsable.

¿Acaso estamos esperando otra vez que la subversión cobre fuerza para reaccionar? Razón tenía José Carlos Mariátegui cuando decía que “el Perú es un país de rótulos y etiquetas” porque se ha impuesto en los 31 años transcurridos, una agenda de la superficialidad, la negligencia y la indiferencia, es decir, de espaldas a la realidad del país, con retórica demagógica y sin contenido, desconectada del Perú profundo y milenario. ¡Cuándo vamos a cambiar!

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