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70 aniversario de la represalia

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Fecha Publicación: 19/12/2021 - 21:45
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Algunos hechos podrían olvidarse en el transcurrir del tiempo. Hay otros que son inaceptables y por ende inolvidables por su trascendencia debido a la conducta de venganza contra quienes tuvieron el valor de oponerse al maltrato, discriminación y prepotencia.

Este diciembre del 2021 se cumplen 70 años de la venganza en Arequipa contra estudiantes del Colegio Nacional de la Independencia Americana que en la huelga iniciada el lunes 12 de junio de 1950 reclamaron por la agresiva inconducta del nuevo director de ese emblemático Colegio Nacional. No obstante la acción policial, los huelguistas no claudicaron.

La huelga fue apoyada por el pueblo entero y devino en lo que históricamente se conoce como “la Revolución de 1950” sucedido del lunes 12 al jueves 15 de junio de 1950. La represión dejó muertos y heridos. Nunca se conoció el número de los fallecidos. La dictadura del 50 no perdonó a los huelguistas.

Como “las autoridades” de entonces políticamente no pudieron “reprimir” a los 32 dirigentes estudiantiles de la huelga, dejaron pasar el año académico de 1950 y en 1951 adoptaron represalias contra esos dirigentes.

Al medio año de 1951 suspendieron por 30 días a los dirigentes atribuyéndoles “mala conducta” y al finalizar el año se les aplazó en más de tres cursos con lo que se perdían el año de estudios y se les puso conducta “deficiente”.

Fue diciembre de 1951. Así no podían matricularse en ningún centro educativo público en el Perú. Solamente pocos de esos dirigentes estudiantiles lograron proseguir sus estudios secundarios en lugares a donde emigraron; algunos conquistaron una profesión.

Tal hecho dejó para la posteridad una experiencia inolvidable. Los adolescentes pueden y deben defender su derecho a ser tratados con respeto; la educación deben recibirla no solamente con lecciones sino con el ejemplo cotidiano y honesto de sus maestros.

Ya jóvenes deben brindar su esfuerzo y trabajo a las causas nobles y contribuir a la mutua comprensión de su comunidad, respaldando resueltamente las causas justas. La sociedad en la que viven los comprenderá y compartirá su esfuerzo personal y colectivo por el bien vivir, sin exabruptos. Todos se merecen respeto y consideración.

Inadmitir la prepotencia, el insulto, la discriminación y el abuso aunque quien los haga se pretenda “autoridad”. Más aún, si quien lo hace pretende imponerse con el abuso del poder. Los jóvenes tienen el valor para luchar por el respeto y la justicia, aunque puedan morir.

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