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70 ministros después

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Fecha Publicación: 25/10/2022 - 22:50
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El presidente del Perú acaba de lograr un nuevo récord. Uno de los tantos. Ha logrado hacer el cambio número 70 dentro de su gabinete en menos de año y medio de gobierno. La reciente salida la protagonizó Jorge López, quien estaba encargado de la cartera de Salud. La razón: lavado de dinero para comprarle un departamento a la madre de sus hijos. ¿Sorprendidos? No.
Todos los peruanos estamos indignados, pero Pedro Castillo sigue en el poder. La izquierda sigue insistiendo en que querer vacarlo es un acto golpista. Insisten, además, que Castillo no puede ser removido porque fue elegido por elección popular. De esta manera, le otorgan un carácter semidivino para obrar como le plazca. Pretender vacarlo por el tinte de inmensa corrupción que lo rodea sería considerado antidemocrático, para estos zurdos que se vanaglorian de una superioridad mayor. Sería también catalogado como discriminación, como lo indica ahora, incluso, la OEA.
La pregunta que me hago es muy sencilla. ¿De qué manera representaba Merino una mayor amenaza contra la democracia de lo que representa Castillo? Por eso, se supone que salieron a marchar en noviembre de 2020, ¿no? Para defender la democracia de Manuel Merino. ¿Cómo es posible que cientos de miles de peruanos hayan sentido más repudio contra él que contra el actual presidente que tiene en su haber seis investigaciones fiscales y una denuncia constitucional?
¿Dónde están los vigilantes? ¿Dónde están esas zapatillas bien puestas? ¿Dónde está esa memoria y dignidad que los motivó a votar por un candidato semianalfabeto, respaldado por un partido comunista, corrupto y filoterrorista? Castillo no va a renunciar a menos que las calles se inunden de indignación ciudadana. Y, actualmente, las convocatorias dejan mucho que desear.
¿Dónde están los medios de comunicación incentivando las marchas? ¿Dónde están todos los caviares expatriados promoviendo el movimiento ciudadano desde Madrid? ¿Dónde están las grandes empresas haciendo lo mismo, permitiendo a sus colaboradores ir a marchar u ofreciendo sus locales como puntos de encuentro?
La población joven solo va a ir a marchar si es que marchar se vuelve algo de moda, si se vuelve cool y tendencia, como lo fue ir a marchar contra el “titrano” Merino para subir una foto a Instagram y que todos tus amigos puedan ver lo moralista que eres, lo político que eres, lo valiente que eres y te bañen de “me gusta”. Porque la gratificación instantánea es lo que mueve, hoy, a las masas jóvenes. En la posmodernidad, la emoción supera a la razón. Las masas no sabían el trasfondo de las marchas de noviembre, solo querían la emoción de ser parte de algo y de compartirlo con sus amigos para lograr el alardeo moral.
Lo cierto es lo siguiente: lo que funciona, no se cuestiona. Si conoces las reglas del juego, no puedes quejarte de seguir perdiendo. Hagamos que ir a la marcha del 5 de noviembre próximo esté más de moda que el concierto de Daddy Yankee y el de Bad Bunny juntos.

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