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75° años de la Declaración Universal de los DD.HH. de la ONU

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Fecha Publicación: 10/12/2023 - 21:00
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Escribo mi columna de hoy desde la ciudad de Nador, en el norte de Marruecos hasta donde he llegado para participar en el marco de la Décimo Segunda Edición del Festival Internacional de Cine y Memoria Común de esta bella ciudad mediterránea, y del Centro de Memoria Común por la Democracia y la Paz, en que se tributa por estos días homenaje a los derechos humanos, la democracia y la paz en el mundo. Sin duda, inmejorable contexto para mirar a los derechos humanos en América y en el mundo -ayer, domingo 10 de diciembre, se cumplieron 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, instituido por la Organización de las Naciones Unidas-, esta vez desde el referido norte del reino de Marruecos. Desde aquí quisiera recordar que la sociedad humana en su largo proceso histórico fue esclavista -desde el sur de este continente salieron muchos negros en esa condición hacia diversas partes del globo-, y los griegos fueron los primeros en legitimarla.

Hoy subsisten métodos y prácticas flagrantes –por ejemplo, la trata de personas con un crecimiento alarmante- que siguen mostrando el esclavismo en toda su dimensión, al reducir la libertad y dignidad humanas a un estado de infame humillación. Mientras Jesús de Nazaret pregonó que todos somos iguales, la Revolución Francesa (1789) acabó con el referido esclavismo, por el iusnaturalismo o derecho natural aparecido con la Ilustración, que consagró -erga omnes- que todos los hombres somos iguales. Esta verdad fue consagrada en la referida célebre Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los millones de muertos que dejaron las dos guerras mundiales del siglo XX, superpuso a los derechos humanos como nunca. Aceptar que todos somos iguales por naturaleza no debió ser mayor problema, pero lo fue y sigue siéndolo por el prejuicio y la ignorancia sociales enquistadas en las sociedades nacional e internacional. La especie humana gobierna el mundo privilegiadamente por su racionalidad, que es su exclusivo y mayor atributo, entre todos los seres vivos. A pesar de ello, hay hombres que no se consideran iguales a los demás, o lo que es peor, se creen superiores. Así, por ejemplo, hay intelectuales que se creen más que otras personas, despreciándolas.

La cultura en el proceso histórico, entonces, juega su rol y por supuesto está poderosamente alineada. Un hombre negro por solamente serlo, era una res o cosa en los tiempos de Roma, y un hombre negro por solo serlo en la actualidad, es imputado delincuente porque siguen imponiéndose estereotipos absurdos en la carga social llena de racismo y discriminación como vimos con George Floyd muerto por un policía en Mineápolis, en Estados Unidos, en 2020, durante la pandemia. A la sociedad contemporánea le falta seguir evolucionando o lo que es más trágico: viene mostrando signos de involución o retroceso, dominada por la ignorancia. Felizmente la igualdad de los hombres ante la ley es una enorme garantía del derecho; también lo es que los derechos humanos siempre son superiores al sistema positivo o sistema de las normas jurídicas vigentes, es decir, los derechos humanos existen no porque estén referidos en la Constitución o en las leyes de un Estado. Los derechos humanos, entonces, existen prescindiendo de las referidas normas jurídicas porque son inherentes a la vida humana (antes de nacer: nasciturus) y a la persona humana (el nacido), es decir, le pertenecen al ser humano durante toda su existencia. Defendamos los derechos humanos de todos, no solo de las mayorías o el de los más, sino el de todos.

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