77 años de las sentencias de Núremberg
Luego de la Segunda Guerra Mundial, los 11 criminales nazis que acompañaron a Adolfo Hitler en las mayores atrocidades que registra la historia de la humanidad, fueron sentenciados el 1 de octubre, como hoy, de 1946. La comunidad internacional exigía un castigo por el daño causado al condenar a muerte a millones de seres humanos. La impunidad, entonces, era impensable, y por eso, 10 de los 11 juzgados –uno se suicidó (Hermann Goring) el día anterior– fueron ahorcados. Con el transcurso de los años, los pueblos del mundo se organizaron y recién en 1998 pudieron dar el gran paso esperado de contar con una corte de jurisdicción y competencia planetarias. Así surgió el denominado Estatuto de Roma, que es un tratado, y que dio vida a la Corte Penal Internacional (CPI) en 1998. Entró en vigencia el 2 de julio de 2002, al completarse las 60 ratificaciones exigidas.
El Estatuto definió como sede de la CPI la ciudad de La Haya (Países Bajos). Conviene precisar que la CPI no es parte ni depende de la ONU –solo se debe a la Asamblea de los Estados Partes que es su órgano legislativo– y juzga a personas por denuncias. De allí que su característica más relevante conforme el Estatuto, es la individualización de la responsabilidad penal, constituyendo un legado directo de los referidos históricos juicios de Núremberg (1945-1946) a cargo del Tribunal Militar Internacional conforme la Carta de Londres. De acuerdo con el Estatuto (Art. 5°), la CPI solo puede juzgar: 1) El crimen de genocidio; 2) Los crímenes de lesa humanidad; 3) Los crímenes de guerra; y, 4) El crimen de agresión.
El Estatuto, de trece partes y 128 artículos, consagra los principios “Nullum crimen sine lege” (el delito debe estar señalado en la ley) y “Nulla poena sine lege” (el condenado solo puede ser penado como ordena la Corte). El Perú es Estado parte desde el 2001, y a la fecha son 124 países que lo han ratificado. Finalmente, conforme el Estatuto, solo se acude a la CPI cuando el Estado no quiere o no puede juzgar, es decir, por el principio de complementariedad.
El resultado jurídico de Núremberg devolvió a la humanidad el sentido de la justicia. Hubiera sido devastador que luego de las atrocidades de la guerra de 1939, en que se recompusieron gran parte de los elementos constitutivos de la vida humana ligados al desarrollo por una sociedad flagelada por la conflagración bélica, no se hubiera incidido en la idea de acabar con la impunidad.
Núremberg consiguió atenuar el dolor mundial provocado por los excesos de quienes tenían el poder. Ese fue su gran aporte al derecho penal internacional, cuya evolución, hoy más que nunca, está cada vez más presente para evitar que se produzcan actos de devastación de la especie humana, como los que se hicieron durante la guerra por la Alemania nazi de Adolfo Hitler.
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