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Abraham Lincoln y el destino manifiesto estadounidense

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Fecha Publicación: 10/04/2024 - 22:00
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Abraham Lincoln (1809-1865), para muchos el más grande presidente de los Estados Unidos de América del siglo XIX, un día como hoy, 11 de abril de 1865, pronunciaría su último discurso del Estado de La Unión, pues 3 días después, fue objeto de un atentado que le produjo la muerte al día siguiente. 7 años después, en 1872, en Perú con revueltas en marcha, también lo fue el presidente José Balta por los hermanos Gutiérrez que terminaron muy mal por la reacción ciudadana ante el asesinato del mandatario. La herencia de unidad nacional de Lincoln se vuelve más vigente que nunca en la nación más poderosa del mundo que vive en un mundo unimultipolar, es decir, en el que Estados Unidos, aunque sigue siendo el hegemón del planeta, debe compartir algunos escenarios del poder mundial con otros Estados como es el caso de China, Rusia e India, que, en ese orden, le siguen los pasos. Su trágica muerte tuvo enorme repercusión en el continente –gobernaba el Perú el general Juan Antonio Pezet (1863-1865)–, y su deceso se produjo luego de una agonía de 8 horas al haber recibido un disparo en la cabeza a manos de un adicto de los derrotados confederados durante la guerra de secesión estadounidense (1861-1864) que fracturó al país.

Lincoln, desde sus primeros años de abogado, luchó por la abolición de la esclavitud –fue coetáneo del presidente Ramón Castilla, también el mejor que tuvimos en ese siglo, que la decidió en 1854, pues el Libertador José de San Martín, la dio únicamente a los negros que nacieron a partir del 28 de julio de 1821–, cuya causa la hizo su mayor bandera política, alcanzando la reelección ese año. Su idealismo político para preservar a la Unión como la base política del país, que por esos años se hallaba ensangrentado en una guerra civil, sólo es comparable a la del idílico John F. Kennedy, también asesinado (1963), que permitió que por vez primera llegara un negro a la universidad en el país creído siempre de todas las sangres. Lincoln jamás se apartó del Destino Manifiesto como fuente de inspiración para la denominada grandeza americana. Hoy, el reto para EE.UU. en medio de la competencia, es enorme: mantener su condición de hegemón o superpotencia y mover sus fichas en medio de tensiones y disuasiones por la guerra entre Rusia y Ucrania y la guerra de Israel contra el Hamás, para garantizar la seguridad y defensa en el mundo. Esto último es el mayor imperativo para el demócrata Joe Biden, tal como pasó a Lincoln a mediados del siglo XIX.

*Excanciller del Perú e Internacionalista

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