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Absurdos como cancha

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Fecha Publicación: 21/07/2024 - 20:50
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Mientras se publican aberraciones y berrinches junto al insufrible capricho del “Depredador” que ha cavado su fosa a pulso, advertimos con curiosidad el anuncio de la prueba automovilística “Rally Sicaya” en el centro del país, aun cuando el tema automotor no nos mueve a hacer algún análisis sino la mención de Sicaya, conocida ciudad por su ganadería, pero más aún por su antigua presencia en el fútbol peruano que millones, cierto es, desconocen o no recuerdan.

La historia nos lleva a retrotraernos a la década del setenta, o un poco antes, cuando la segunda división profesional, es decir, el torneo de ascenso sí que era competitivo con clubes que pugnaban en el estadio San Martín de Porres cada fin de semana para volver o llegar a la división de honor.
Hoy bien podemos decir que ni siquiera con televisión en directo o en diferido, el interés por seguir ese certamen no pasa más allá de un puñado de aficionados luego de las arbitrariedades que ha hecho y sigue haciendo la Federación Peruana de Fútbol, por ejemplo, favoreciendo ciertos intereses y dejando muy mal parada a esa instancia.

Y en ese esfuerzo solitario sin apoyo económico porque cada club debía, en ese entonces bailar con su pañuelo, llevando además sus propias hinchadas al único escenario de juego, estaban en disputa Unión América, Porvenir Miraflores, Ciclista Lima, Carlos Concha, Íntimos de la Legua, Mariscal Sucre, Independiente Sacachispas, Atlético Lusitania, el desaparecido Centro Iqueño, entre los que recordamos, y precisamente Atlético Sicaya con el “Chemo” Ruiz, quien había hecho fama por su guadaña en Sporting Cristal.

A ese grupo de equipos, el 68 se había sumado Deportivo Municipal con el ruso Willy Fleming, Carlos Bravo, Heraclio Paredes, el boliviano Eduardo Gonzales en la zaga, y la figura emergente Hugo Sotil, que hizo pareja demoledora con el otro cholo Hugo Ocsas, y la batuta del recientemente fallecido profesor Alejandro Heredia, el tercer y querido cholo para más señales, logrando ese título a estadio lleno que devolvería a los ediles al Descentralizado y por añadidura, convocando al estupendo Sotil a la selección por el técnico Didí.

Hoy cuando carecemos de nuevas figuras en el fútbol peruano o en todo caso, no las encontramos porque ya no están los “ojos de ver” de quienes descubrían jugadores en el país, caso de personalidades identificadas con esa particular sapiencia que hoy hemos echado al olvido a tal punto que se prefiere al extranjero de relleno o al nacionalizado porque resulta menos oneroso que la formación de divisiones menores.

Claro que, existen excepciones pero son cada día menos los clubes dedicados a la siembra que nos dejan la sensación que ese camino es más empedrado aunque largo y productivo. Formar divisiones menores siempre tendrá un plus por encima de esa prédica que significa por ejemplo, los llamados torneos de reservas o promocionales, acaso existen aún, donde clubes sin rubor convocan a grupos completos de provincias o zonas apartadas de la capital, usando sus colores y los representen. Tremenda mentira.

Por eso es que potenciar o fortalecer los campeonatos de segunda división y la impostergable promoción, es una tarea federativa que se ha dejado en manos de los clubes que con limitaciones en la mayoría de casos lo único que anhelan es mantenerse en la Liga 1 sin mayores retos.

Lo estamos viendo, lo tenemos frente a nuestros ojos. Pagamos salarios del primer mundo a jugadores acabados y encima necios, que si siquiera cumplen con sus elementales obligaciones, además de jactanciosos y petulantes. Incapaces de reconocer un error. Dirigentes abran los ojos de una vez.

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