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Acabemos con la ARCC de una vez

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Fecha Publicación: 02/04/2023 - 21:50
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El resultado de la labor de investigación periodística que ayer domingo nos ofreció el “Diario Expreso”, sobre la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, confirma, una vez más, que la creación de nuevas instituciones en el marco de la estructura de la organización del Poder Ejecutivo no es la solución para enfrentar problemas coyunturales que, con cierta regularidad, nos afecta la acción de la naturaleza, en nuestro variado territorio nacional.

A seis años de haberse creado, con la finalidad de enfrentar y solucionar los problemas que afectó el diario vivir de la población del norte del país, como consecuencia del desastre ocasionado por el fenómeno del Niño costero, y luego de estarse comprobando la cantidad de dinero que se ha venido gastando en el accionar de la referida institución burocrática y sin tener los resultados que se esperaban para “reconstruir” la zona norte del Perú, considero que la decisión más adecuada y oportuna, en estos momentos, sin esperar un día más, debe ser la desactivación inmediata de la ARCC, determinando que sus funciones deben ser asumidas, especializadamente, por cada uno de los ministerios (los cuales, también, son demasiados), encargándoles las responsabilidades que nunca han dejado de tenerlas, respecto a la atención derivada de los desastres naturales.

Como he llamado la atención en anteriores oportunidades, se supone que las entidades ministeriales cuentan con personal técnico especializado que está en condiciones de poder opinar sobre la evaluación de los daños ocasionados, así como las recomendaciones que deben ser atendidas para ejecutar la solución de los problemas provocados por la acción de la naturaleza.

Ello significa que las acostumbradas "consultorías nacionales o internacionales" deben desaparecer de la forma de actuar de la administración pública; pues, encontrar una justificación de que estas son necesarias sería una forma de comprobar fehacientemente de que no existe el criterio o capacidad para tener la sapiencia de saber a quién contratar.

Y, lo que es peor, demostraría lo que sigue siendo una diaria preocupación del común de las personas, cuando nos detenemos en identificar la forma como crece el aparato burocrático, cuando se comprueba cómo se “inventan” o se "incrementan" nuevos puestos o cargos dentro del aparato estatal para pagar favores políticos, que son los que dañan el buen manejo de la cosa pública.

El problema de las instituciones estatales, en las que se incluyen no únicamente los tres típicos poderes del Estado y, además, los organismos constitucionales, no es su estructura u organización, sino las personas que los integran; personas que muchas veces no tienen la capacidad e idoneidad que exige el cargo que asumen, razón por la cual provocan la “necesidad” de crear más instituciones, contratar más personal, haciendo crecer inorgánicamente la burocracia, así como pagar innumerables consultorías, que ofrecen informes teóricos inspirados en realidades distintas a las nuestras y cuyo contenido, por lo general, está lleno de datos estadísticos y nada más.

Los informes y opiniones que los especialistas en economía nos ofrecen, respecto al porcentaje de la ejecución presupuestaria de los entes estatales, en todos los niveles, y cuyos resultados nos muestran que muchos de ellos no llegaron a ejecutar en el año 2022, ni quisiera el 60% de lo que se les había asignado, es una real y evidente demostración de que el problema no está en la falta de recursos económicos y financieros, sino en la poca o nula capacidad de quienes en el ejercicio del poder no están en condiciones de saber manejar la administración de la institución que dirigen.

Saber administrar significa saber escoger y ubicar las fichas (léase personal) en el lugar que sea pertinente y necesario y, además, saber distribuir los recursos presupuestarios, por más limitados que estos pudieran ser, de tal manera que se pueda alcanzar los objetivos deseados, en atención a sus correspondientes obligaciones.

Pero, para todo ello, hay que atender lo que parece que siempre falta, esto es, la planificación, como el principal instrumento de una buena administración.

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