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Acoso

Fecha Publicación: 03/03/2019 - 02:15
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Quien persigue, hostiga o molesta a otra persona incurre en acoso y, peor aún, si lo hace abusando de una posición de poder como vemos que, en forma recurrente, ocurre en nuestro país, especialmente en materia sexual.

Lo que, en buen romance, quiere decir que, más allá de los casos puntuales de acoso que los medios de comunicación registran periódicamente, el Perú entero es hoy una nación acosada por una serie de males provocados por una corrupta subclase política y sus adláteres.

Acoso es lo que pasa con el grado increíble de corrupción al que se ha llegado gracias a la impunidad que ha imperado durante los últimos 40 años y que hoy tiene visos de ser rebasada, aunque la firma del inaceptable acuerdo con Odebrecht ha abierto una grave interrogante sobre el futuro de las investigaciones

Acoso es la tomadura de pelo de la “Reconstrucción con Cambios” que no reconstruye y mucho menos cambia mientras, como ocurrió con Pisco, miles de peruanos esperan cada vez con mayor impaciencia la ayuda estatal que no llega.

Acoso es haber llevado a Lima a un nivel de desempleo del 20 por ciento de la fuerza laboral sin que se perciban medidas correctivas que impulsen la economía como la expansión del crédito y de la inversión pública y la promoción real y efectiva de la inversión privada.

Acoso es jugar a la demagogia populista cuando el país requiere mano firme para enfrentar la creciente inseguridad ciudadana que ha conducido a que un 86 por ciento de la población piense que puede ser víctima de un delito y un 26 por ciento de los peruanos de 15 años en adelante ya ha sido atacado.

Acoso es la alta tasa de feminicidios que constituyen una vergüenza nacional y que reflejan una profunda crisis de valores por la ausencia de políticas educacionales efectivas sobre la materia y, hay que decirlo, la generalizada impunidad de los autores.

Existe, en consecuencia, en nuestra Patria el acoso institucionalizado por un Estado manejado en forma corrupta e ineficiente, aun antes del inicio de la Era de la Corrupción durante el primer gobierno de García Pérez, y respecto del cual nada se ha hecho ni se hace hasta el momento porque son los mismos burócratas de antaño los que siguen manejando las entidades estatales desde hace muchos años: hoy pueden estar cayendo expresidentes pero a sus socios en la sombra no les pasa nada (o muy poco).

Por eso, casos emblemáticos como el de Mamani y ahora Yonhy Lescano son el reflejo lamentable de una república atenazada por el acoso impune de quienes si pueden lo más pueden lo menos: acosar a un país entero o a una dama amparados por el poder que ejercen.

(*) Presidente de Perú Nación
Presidente del Consejo por la Paz