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Adoctrinar niños es un crimen de lesa humanidad

Fecha Publicación: 23/10/2023 - 22:20
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En los últimos días el Perú entero ha sido testigo de cómo terroristas de Sendero Luminoso están adoctrinando a niños y jóvenes con su ideología criminal para volver a sumir a la sociedad peruana en la violencia y la anarquía para intentar capturar el poder y someter a 33 millones de peruanos.
Sendero Luminoso es la organización terrorista más vil y desalmada que el país haya conocido y lo dejó en claro desde que en 1980 inició sus atentados con la connivencia y complicidad de los partidos de izquierda y ultraizquierda.
Esta organización genocida, a la que la funesta Comisión de la Verdad otorgó la categoría de partido político, no solo adoctrinó a niños y jóvenes sino que los utilizó para sus atentados terroristas. Por supuesto, este aspecto jamás fue reconocido por quienes se dicen progresistas o de izquierda.
El máximo cabecilla senderista Abimael Guzmán, (a) “presidente Gonzalo”, quien dirigía esta horda de asesinos, sabía que sus actos terroristas lograban infundir temor y así quería crear las condiciones idóneas para destruir la institucionalidad, abolir las libertades ciudadanas y perpetuarse en el poder.

Lo trágico es que el terrorismo fue derrotado gracias a la labor sacrificada y heroica de policías, militares, ronderos, autoridades civiles y otros peruanos que alzaron su voz, los enfrentaron y vencieron con la ley en la mano. Pero se dejó que los herederos del terrorismo y sus cómplices pudieran planificar a largo plazo la recomposición de su organización subversiva.
Por eso, los herederos del terrorismo hoy han optado por reclutar a menores de edad en situación de vulnerabilidad para utilizarlos para sus objetivos de muerte y destrucción. Quieren que el Perú se suma en el caos y para ello siembran odio y muerte en inocentes criaturas.
El adoctrinamiento desbaratado en Trujillo por la Policía Antiterrorista en forma eficaz nos revela algo preocupante: estamos ante un plan que se viene ejecutando desde hace años.
A comienzos de año yo denuncié públicamente la forma en que se utilizaba a menores de edad como escudos humanos en las marchas violentas que se organizaban para causar violencia en Lima. Y dije que estos criminales esperaban que un menor muera en una protesta para culpar al Gobierno y a la Policía Nacional del Perú que simplemente cumplían su deber.
Una congresista llegó a decir que “las marchas pacíficas no generan cambios”. Deduzca usted, estimado lector, que deseaba que ocurriera esa señora legisladora para que se aplicara la agenda violenta que ella compartía con los organizadores de las marchas violentas.
Amigos lectores, seamos claros, utilizar niños es el mayor atentado contra el futuro de nuestro país, un crimen de lesa humanidad igual o peor que los coche-bombas que mataban a peruanos y peruanas. Este acto vil debe ponernos en alerta permanente y debo insistir que detrás de estos hechos se busca volver al caos y la violencia que preceden al momento en que una organización terrorista toma el poder y sojuzga a todo un pueblo.
Pero estos terroristas del Siglo XXI tienen amigos y cómplices. Luego de los graves hechos ocurridos en Trujillo la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh), la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), el Instituto de Defensa Legal (IDL) no han dicho una palabra ni publicado un comunicado sobre el tema. Es como si esos niños adoctrinados por terroristas convictos y confesos no tuvieran derechos humanos.
La respuesta del Gobierno ha sido acertada, pero los padres de familia deben redoblar sus cuidados de sus hijos. El Ministerio de Educación debe estar siempre vigilante en el ámbito de su competencia para que no se contamine con ideas de terror y muerte la mente de nuestras niñas, niños y adolescentes.
Y, finalmente, el Gobierno debe fiscalizar a través de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional el accionar de las ONG que, con el argumento de apoyar la lucha contra la pobreza, la exclusión y la desigualdad trabajan en alianza con las ideologías violentistas y son amparadas por la inefable CIDH.
Eso es lo que pienso y ya saben amigos que siempre digo lo que pienso, con el perdón de los adefesios.

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