Agua que no has de beber no la dejes correr
¿Tendrán idea alguna sobre la escasez del agua quienes nunca sufrieron de sed? Agua que no has de beber no la dejes correr, la necesitarán las desérticas tierras, los pálidos árboles y las moribundas plantas, pero sobre todo los animales que camino a buscar una fuente se van convirtiendo en polvo, en tierra árida, en más muerte; también la van a necesitar miles de personas que en sus precarios hogares apenas cuentan con el esqueleto de un holograma del agua.
La naturaleza, a pesar de que con ella somos crueles, nos sigue ofrendando muchos milagros y posibilidades para tener agua, pero nosotros somos muy desagradecidos, no tenemos el mínimo sentido común y hacemos que el agua se pierda, y en el colmo de nuestra insania la contaminamos, la envenenamos con saña, alevosía y ventaja; es tan grande nuestra ingratitud que no permitimos que se calme la sed de ser vivo alguno. Nuestra soberbia es todavía más cruel cuando pretendemos, a través de proyectos de ley, “purificar” el agua que ensuciamos; hacemos risibles shows para “lavar” la mugre y los restos de mercurio con los que nuestra locura hace escarnio del agua. Todos sabemos que no hallaremos fórmula química alguna para volver el agua herida de muerte a su estado de agua natural.
Pablo Neruda genialmente escribió que “El agua anda descalza por las calles mojadas”. El problema es todavía más grave, al agua le han amputado sus moléculas, anda huérfana de hidrógeno, del oxígeno apenas tiene lejanos recuerdos. Así andan las cosas en este planeta. Eso explica lo que va sucediendo en muchas partes del mundo donde el acceso al disponer de agua genera muchos conflictos y situaciones críticas. Nosotros no estamos lejos de esa realidad, no es necesario recurrir a una bola de cristal para que nos puedan predestinar esa alarmante situación. Es hora de dar un vuelco completo y cambiar nuestro comportamiento respecto del aprovechamiento racional y sostenible del agua.
Para millones de personas en el mundo es apremiante acceder al agua. Sin embargo, otros tenemos el desparpajo de jugar con ella, de dejarla ir, de contaminarla y de eliminarla. El acceso al agua es elemental, es un derecho universal. Por eso, esperemos ser conscientes y no pasemos a engrosar las filas de los que no acceden y mucho menos disfrutan del agua. No vaya a ser que sea muy tarde y tengamos que lamentarnos de por vida
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