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Ahora, la acusación constitucional

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Fecha Publicación: 16/04/2022 - 23:00
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¡Hoy sabemos que Castillo no va a renunciar! Se lo impide su acendrado sindicalismo, su consigna totalitaria, el talante bolchevique de su patrón Vladimir, sumado a su absoluta falta de amor por la patria exhibida en innumerables oportunidades. ¡Castillo es destructor por antonomasia! Como activista del sutep-movadef, ha demolido en vez de construir. ¡También es traidor! Prometió a los bolivianos, darles parte del territorio que pertenece exclusivamente a los peruanos. Aparte, se ha sometido a las consignas antidemocráticas y antilibertarias de países y entes extranjeros como Cuba, Venezuela, Foro de Sao Paulo, etc., para someter al Perú a la “patria grande” del socialismo sudaca. Carece de esa cualidad vertebral del gobernante: actuar siempre anteponiendo la decencia, el respeto a todos los gobernados y, sobre todo, su amor por el Perú. Estamos gobernados por un sujeto desquiciado porque su cerebro registra como misión exclusiva convertir al Perú en una tiranía gobernada desde Caracas, La Habana y/o Sao Paulo. Una transmutación cerebral que coloca a Castillo en el rincón de los traidores.

La desgracia peruana no solo es haber votado con el hígado en los infaustos comicios de mayo 2021. Son asimismo aquellos descerebrados y traicioneros congresistas, burócratas, politicastros, etc., que prefieren respaldar a este atroz individuo, en su vesania por transformar nuestra patria en otro feudo del marxismo internacional. Gente que trabaja para que el comunismo retome el sitial que tuvo durante seis décadas, gobernando con puño de hierro; asesinando a quienes difieren de su credo; empobreciendo hasta la náusea al pueblo para privarle de su libertad; y dinamitando a todos los sectores sociales que se opongan al mandón de turno.

Castillo es un sindicalista subordinado a un ideologizado programa político transnacional que él acata como borrego. Estamos convencidos de que jamás renunciará por voluntad propia. Se lo impiden los argumentos que hemos reseñado, sumado al miedo, pánico que tiene ante la posibilidad de transgredir los dictados de la nomenklatura marxista mundial. Porque sabe que eso implicaría su sentencia de muerte. ¡Y Castillo ha demostrado no ser precisamente valiente, arrodillándose ante el comunismo que lo secuestró para que actúe como su candidato presidencial en las malhadadas elecciones del año pasado! Este es el récord que registra un individuo que, incomprensiblemente, dirige el destino de 32 millones de peruanos.

Un tipo como Castillo, sometido a dictados foráneos; de comprobada incapacidad personal, fundamentalmente para gestionar incluso una administración mediocre de gobierno; con desapego absoluto por el patrimonio territorial propiedad únicamente de los peruanos, para dárselo a los bolivianos como moneda de cambio para que “lo considere” el comunismo sudaca, en su desesperación por codearse con los castros, maduros, morales, etc., no puede -muchísimo menos merece- aspirar al derecho de la duda. Castillo, definitivamente, jamás renunciará a su identidad comunista.

La vacancia será muy difícil conseguirla, con la calaña de congresistas acciopopulistas, acuñistas, lunistas, etc., que han traicionado al Perú por un platillo de lentejas. ¡Ahora nos queda la acusación constitucional! Necesitamos que un equipo de notables constitucionalistas asesore al Congreso en esta patriótica gestión. ¡Salvemos al Perú!

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