Al César lo que es del César
El Ministerio Público abrió investigación preliminar al aún presidente Pedro Castillo por presuntamente “liderar una organización criminal para estafar al Estado”.
¡Estafarlo a usted, amable lector! Asimismo, la investigación fiscal se extiende al ex ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas, profesor, conductor de combis y amigo íntimo de Castillo. Pero la Fiscalía igualmente involucra a seis congresistas del partido Acción Popular, que vienen actuando como tercos defensores de Castillo cada vez que se debate alguna moción legislativa que afecte al aún mandatario Castillo. El Fiscal de la Nación, Pedro Sánchez, ha notificado a cada uno de esos ocho individuos junto con varios funcionarios del citado ministerio, para que declaren sobre los hechos de corrupción que se les imputan.
En el caso de Pedro Castillo, la acusación lo sindica como cabeza de una organización criminal en el sector Transportes; y en el caso del ex ministro Silva, éste aparece como cómplice del aún mandatario por “hechos que revelarían presuntos favorecimientos en licitaciones otorgadas a empresas de origen chino”, haciendo referencia a “presuntas reuniones con el presidente Castillo, incluso participando en alguna de ellas (el ministro) Silva.” Estos datos sintetizan el contenido de las citaciones cursadas por el Fiscal de la Nación al presidente, al ex ministro y a los congresistas de Acción Popular, todos ellos –junto a otros funcionarios del Estado y, evidentemente, a muchos funcionarios más que irán apareciendo conforme avancen las investigaciones- vinculados a la organización criminal que dirigiría Castillo.
Pero, ¿cómo llega el Ministerio Público a estas gravísimas conclusiones, al extremo de colocar al presidente de la República como jefe de una organización criminal integrada (hasta hoy) por un ministro y por seis congresistas, y decida abrirles investigación, por separado, a cada uno de los involucrados citándoles para que se sienten ante él? La respuesta: gracias a Phillip Butters. Un valeroso peruano empecinado en desbaratar la podredumbre del régimen comunista/senderista que preside Castillo.
Butters arriesga no sólo su prestigio como excelente comunicador sino sobre todo su patrimonio; y más aún la seguridad personal suya y de su familia. Butters tiene el gran mérito de haberse enfrentado -sin escudos- a un tipejo apellidado Castillo que manipula todo el poder del Estado. Releamos quién es Castillo. De acuerdo a las evidencias, Castillo es un tipejo bajo sospecha de encabezar una organización criminal para robarle a los peruanos, siendo un neófito absoluto en menesteres de gobernabilidad; un ignorante en el buen uso de la ética; un incapaz de ensamblar una frase coherente sin herir el idioma; un diestro en endosarle al Foro de Sao Paulo -vía asamblea constituyente- todo el poder que le otorgara una sociedad equivocada/engañada que votara por él. Pero encima de todo lo anterior, Pedro Castillo es un traidor empeñado en cederle a Bolivia territorio del Perú “para que los hermanos bolivianos tengan salida al mar.”
Honor al mérito, amable lector. Phillip Butters lo ha arriesgado todo en el asador de la opinión pública, para evitar que el Perú se convierta en otra Cuba o Venezuela.
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