ÚLTIMA HORA
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Al joven político

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Fecha Publicación: 11/11/2024 - 21:20
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“La política es principios y pragmatismo”, decía Luis Alberto Sánchez en “Examen de conciencia”. En el mayo francés, se adoptó la frase “soy realista, creo en lo imposible”. Acertarás con ambas. Créelo.
Habrás visto que el país se está descomponiendo. Lee a González Prada, Horas de lucha, y comprobarás que son los mismos vicios y tormentas de un país en eterna descomposición. Los congresistas de hoy son los de ayer, cien años son nada en el Perú. La ventaja es que siempre hay tiempo para escribir una nueva historia y depende de ti escribirla. Haya llamaba a sus jóvenes a leer, estudiar, trabajar, porque la vida no debe ser contemplación, sino lucha; lucha antes que placer, Kant antes que Epicuro.
El héroe lucha por algo que es más grande que él. Lee a Campbell, podrías ser también un “mito” homérico que no arruga. Juzga sin temblar como el anarquista del Politeama: “Los viejos deben temblar ante los jóvenes, porque la generación que se levanta es siempre acusadora de la generación que desciende. De aquí, el poeta que fulmine las estrofas de acero retemplado; de aquí, el historiador que marque la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia”.
Persiste como Quijote, que murió al recuperar la cordura y ser nuevamente Alonso Quijano. La locura y la verdad se conjugaban en él. Se honesto, porque no hay medias verdades. Gandhi rendía culto a la verdad. Sus influencias fueron Ruskin, Tolstói, Thoreau, los textos sagrados del Oriente y el enorme salto a la fe del sermón de la montaña.
Cuando tengas un cargo público, no seas ganado por el interés fenicio ni la tentación de lo pútrido y la mentira que ensombrece el espíritu y hará perecedera tu huella. Gandhi adquirió el amor por la verdad tras la lectura de un libro cuando viajaba en tren, “Unto this last”, de Ruskin. Sus páginas le cambiaron todo, supo desde entonces qué quería hacer en la vida. Aquel joven abogado sin miras, se convirtió en el Mahatma (como le decía Tagore).
Haz de las virtudes cardinales tu código y sorbe de aquellas historias que suman como una victoria moral, desde la inmolación de Sócrates sin ceder a la tentación de la huida hasta la sublime entrega de Cristo. Cuando te encumbres no olvides que “el político gobierna seres humanos, que debe gobernarlos según la ley y que no los gobernará para siempre”.

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