Al Perú se le respeta
Este prepotente llamado Andrés Manuel López Obrador, más conocido por su alias AMLO, acaba de chillar, cual senil con rabieta: "A México se le respeta. No somos un protectorado de Estados Unidos, ni una colonia. México es un país libre, independiente y soberano. nosotros no recibimos órdenes de nadie; aquí manda el pueblo de México. Eso quería dejarlo de manifiesto para irnos entendiendo". Sin embargo, semejante sinvergüenza sí se atrevió a emplazar, a humillar, a maltratar, a vejar al Perú, a través de la figura de su presidente de la República y las instituciones tutelares de nuestra Nación, siendo el nuestro un país milenario, culturalmente superior a México, desde tiempos de nuestros ancestros incas.
AMLO está dolido porque uno de sus pares -otro cleptómano, corrompido como él; en este caso inculto por antonomasia y, encima, golpista, llamado Pedro Castillo Terrones- se encuentra tras las rejas camino a cumplir una condena no menor a tres décadas de carcelería, por haber quebrantado la Constitución peruana. Además, por haberle robado a nuestro Estado a través de la organización criminal que, según lo determinado por la Fiscal de la Nación peruana, él había montado al interior del desgobierno que presidió durante diecisiete meses.
El propósito de la organización criminal, liderada por Castillo Terrones, fue robarle al Estado siguiendo los consejos de aquellos caudillos totalitarios de la región: los hermanos Castro Ruz y el impresentable Hugo Chávez. Estos, en el capítulo primero del Manual del Perfecto Dictador Latinoamericano, escribieron al alimón, en letra de molde: "La primera obligación del perfecto dictador latinoamericano es robar, desde su minuto inicial en el poder, con el propósito de hacerse al más breve plazo de una fortuna colosal; respaldo económico que les permitirá desenvolverse con toda tranquilidad alrededor del bosque de problemas que necesitarán sortear, a lo largo de su paso por la cúspide del Estado".
La trayectoria delictiva de López Obrador, más precisamente de AMLO, fluye precisamente alrededor de la izquierda latinoamericana. Esa misma podredumbre de la que surgió Pedro Castillo. Excepto -hasta ahora- de la vocación golpista de la cual goza, muy orgullosamente, su inculto par peruano.
Indigna por ello ese trato ultrajante, displicente y diferenciado que aplica este tal AMLO con el Perú (al cual veja sin respetar su soberanía). Superpone una inexistente superioridad de México, en boca suya, para defender a otro pobre diablo como él, llamado Pedro Castillo Terrones, sujeto culturalmente imperfecto por su reconocida falta de dedicación al estudio, y excesiva entrega a las actividades subversivas y gremialistas, nada menos que alrededor del magisterio peruano.
Trato antagónico al marcado chauvinismo que adopta AMLO, al tiempo de referirse al vecino Estados Unidos. ¡Siga regalándole usted, AMLO, esos US$10,000 mensuales del dinero de los mexicanos a Lilia Paredes, cleptómana esposa del golpista/corrupto Pedro Castillo! ¡Pero lávese la boca, AMLO, antes de hablar del Perú! Porque usted no es nadie para entrometerse en asuntos de exclusivo interés de los peruanos. ¡Recuérdelo! No vuelva a referirse al Perú, país que guardará siempre infames recuerdos de un abyecto como usted.
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