Alberto Fujimori y su legado innegable
El miércoles 11 de septiembre, el Perú, aproximadamente a las 6:30 p.m., después de una larga lucha contra el cáncer de lengua y otros males que lo aquejaban, partió el expresidente del Perú, Alberto Fujimori; y desde este espacio, expresamos nuevamente nuestras más profundas condolencias a los familiares y amigos de quien en vida fue el exmandatario. Para algunos, él será recordado como el “Padre del Perú moderno”; “El héroe contra el terrorismo”; “el pacificador en la Guerra de Perú - Ecuador”, entre otros honrosos títulos. Mientras que, para otros, ni aun después de muerto se vale dejar de hablar de los delitos por los que fue condenado y purgó condena por un espacio de 16 años de los 25 que dictaba su sentencia. Por cierto, un fallo que constitucionalistas de la talla de Javier Valle Riestra llamaron “sentencia ideológica”. El expresidente siempre estuvo envuelto en la polarización entre quienes lo aman y quienes lo odian. Sin embargo, más allá de las pasiones que su nombre suscita, de todos sus aciertos, hay uno en especial por el que sería mezquino no reconocerlo, y es su implacable lucha contra el terrorismo. No importa cuán criticado sea, lo cierto e innegable es que venció al terrorismo, que a inicios de su mandato dejaba miles de muertos en atentados de coches bomba; puentes volados; explosión de dinamita en torres de alta tensión; las amenazas a la gente del interior del país para dejarse robar sus tierras y darlas en servicio a “la revolución”. Así, los terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA tentaban llegar al poder a través de las armas; adoctrinando, además, a niños y jóvenes en las universidades públicas enseñando marxismo, comunismo, leninismo; ideologías nefastas con el mayor índice de genocidios en la historia. Ante esto, debemos ser capaces de reconocer que Fujimori tuvo la determinación de acabar con las hordas terroristas, y dirigir una estrategia de “guerra de baja intensidad” con el presupuesto y la logística necesaria; pues, de hecho, mediante dispositivos legales, adoptó una serie de medidas a ejecutar contra el terrorismo. Es una coincidencia que haya muerto el mismo día que su antagónico, el sanguinario líder terrorista de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Quizá sirva para que el Perú recuerde a ambas figuras de la historia, y aprenda a reconocer el legado de un hombre con la ayuda del cual, libramos una dura batalla, que ahora y siempre nos hará arengar: “Terrorismo nunca más”. Descanse en paz, señor expresidente Alberto Fujimori.
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