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Algo / Todo

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Fecha Publicación: 13/07/2021 - 21:10
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Hay momentos en la vida en que algo es todo. No es que lo sea, en verdad, pero de alguna vasta y silenciosa manera lo representa: la lucha diaria, el reconocimiento, el trabajo que enaltece, el altruismo, el riesgo… Algo que tiene el sello del tiempo que pasa y que se va llevando todo. Algo que guarda y proyecta lo mejor de uno mismo. Algo que llena las horas sin coparlas, sin estirarlas, sin empequeñecerlas. Algo por lo que uno ha bregado, sin sospecharlo, años de años. Algo que te nombra y a la vez te calla, en la plenitud de un acto cualquiera y en el silencio de tu propia e íntima satisfacción. Algo que esperabas y que te esperaba.
Pero de pronto y sin aviso, sin temblores y vigilias, ese algo se pierde. Ese algo que era todo por un misterio de razones que nunca entenderás del todo. ¿Estás perdido? No. ¿Estás muerto? Menos. Pero como nunca esa pérdida te ha puesto sólo frente a tu soledad. En vano te repites que en el fondo ese algo puede ser trivial. Tal vez sea trivial, pero lo fue todo, no en el sentido de totalidad sino en el de un haz que recoge y refleja todas tus luces. Escribes para olvidar pero olvidar qué, si esas palabras que fluyen eran parte y siempre lo fueron de ese algo.
Querías ser valiente y ese algo te dio la posibilidad de demostrarlo, de reivindicarte contigo mismo por tantas debilidades. O quizás no era así pero así lo creías en tu profundo interior. Siempre te atrajo el coraje, pero el de otros, no el tuyo. Contigo fuiste complaciente, tolerante, tal vez porque esperabas el momento apropiado aunque sabes bien que esa es una excusa para dilatar la verdad. Cuando tuviste el momento para la espada preferiste la palabra o el silencio de tu propia conciencia. O acaso algo que en ese momento también era todo.
Aprendiste de niño que el todo es la suma de las partes. Sin embargo cuando leíste algunos versículos del Talmud y unas suras del Corán, empezaste a dudar. Ahora una vez más compruebas que no es así. Por otro lado, hay un ritual, una rutina que has ido asimilando con los años. Hay algo en esa rutina que crees que te justifica y te renueva y por eso vale tanto para ti. La perdiste y te duele porque sabes que será muy difícil recuperarla.
Estás cansado ahora, pero quién no lo está. Estás triste, pero de qué te sirve la tristeza cuando lo que necesitas es valor, ese valor que reclamas, ese coraje que anhelas para tus horas definitivas. Hazte cargo ahora y para siempre de que la mansedumbre puede transformarse en arrojo, en temeridad.
Respiras por la herida, más consuélate, todos lo hacemos hasta que se vuelve cicatriz. En ese interregno el aire te duele porque está salpicado de la sangre que te recuerda que fuiste derrotado. Mira por encima de las sombras, verás una luz y si no la ves, no importa mucho. No serás el primero que comprueba que a veces no hay luz alguna al final del túnel.
Resiste, véngate de tus emociones. Estás parado en un pórtico en el centro de Atenas y escuchas a Zenón de Citio predicar el estoicismo. Quién como tú, esta noche dormirás tranquilo.

Jorge.alania@gmail.com

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