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Alternativas políticas… ¿Las hay?

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Fecha Publicación: 21/06/2023 - 22:50
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En el Perú vivimos la histórica tradición de movernos y decidir entre antípodas irreconciliables en determinado momento que luego, con el tiempo, se convierten en coaliciones sin personalidad propia y sin principios visibles, sino simplemente en agrupaciones con gente que no quiere perder poder político para satisfacer sus ambiciones personales, porque nadie hace política para gobernar bien y servir mejor al país, sino para manejar los hilos del poder en beneficio propio.

Esa ha sido la regla histórica y, para no ir demasiado lejos, solo mencionaremos como ejemplos el antimilitarismo, en ciertos casos el anticivilismo, el antiaprismo, el anticomunismo, el antiterrorismo, el antifujimorismo, el anticaviarismo y todos los antis colaterales como los que están amagando sobre el actual gobierno, sin mencionar la extrema debilidad institucional que es la consecuencia lógica de una guerra a ciegas para capturar y dominar el sistema de justicia, policía y fuerzas armadas, entre las principales.

La paradoja es que cada movimiento y pensamiento anti siempre ha tenido su justificación frente a determinada acción de grupos políticos que, con acciones agresivas y destructivas, llegaban a generar miedo y desconfianza social, provocando en el pueblo una conciencia colectiva de rechazo, pero sin tener en el escenario electoral un partido o movimiento que, ubicándose en el centro, generara la suficiente serenidad popular con una oferta válida de tránsito constante desde la zona de pobreza hacia la zona de riqueza vía la educación y salud y la inversión de grandes y pequeños capitales.

El problema es que, además, tenemos el problema de la corrupción y la anticorrupción encarnada en casi todos los niveles del ámbito político, económico y social e institucional, encarnado en un juego dialéctico entre los mismos actores políticos, económicos y sociales que de ser enemigos terminan en el fango de la corrupción, apelando para salir de éste, a las componendas y a los acuerdos bajo la mesa en aras de impunidad, para lo cual les resulta indispensable controlar el sistema de justicia, el cual, casi siempre, tiene un sector institucional que se alía con el poder de turno para protegerlo y, a la vez, perseguir a sus opositores.

En este escenario incendiario, con el fuego atizado por el actuar asesino de grandes organizaciones criminales y bandas callejeras que se matan entre sí o que matan por centavos en un sicariato generalizado, ya el Perú no soporta más antis, de modo que lo razonable sería que aparezca una nueva generación de líderes, sin antecedentes penales ni de inmoralidades que tengan aceptación social y que, todos los que están hoy en el poder, desaparezcan del entramado político hasta que borren todo lo que de descrédito han construido, porque el pueblo debe tener alternativas de paz y confianza porque de lo contrario se refugiará con otro anti con la secuela de odio cuyos resultados ya conocemos.

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