“America First” en acción: de Ucrania a Nicaragua, ¿cómo llegará al Perú?
¿Por qué América Latina puede tambalear bajo la sombra de “America First”? La respuesta es clara: ya no hay alianzas inquebrantables ni compromisos a largo plazo, solo acuerdos transaccionales donde EE. UU. exige un beneficio inmediato. Donald Trump, con apenas un mes de su segundo mandato, ha transformado el comercio, la seguridad y la diplomacia en herramientas transaccionales. Ejemplos claros incluyen el distanciamiento de Ucrania, las presiones para excluir a Nicaragua del CAFTA y las amenazas de aranceles hacia México. Este pragmatismo podría afectar también al Perú, amenazando su Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y su estabilidad económica dentro de una América Latina cada vez más influenciada por grandes potencias. La pregunta no es si el “America First” de Trump afectará la región, sino cuándo y cómo ocurrirá.
Este desafío no es reciente, pero su intensidad actual es sin precedentes. Trump solicita a Ucrania 114.2 mil millones de USD como si se pudiera cuantificar la solidaridad, negociando con Rusia en Riad sin la presencia de Zelenski. En una cumbre saudí en Miami, criticó a Zelenski llamándolo “dictador sin elecciones” y señaló a Rusia como dueña de la ventaja sobre Ucrania y la Unión Europea. En América Central, ha amenazado con sancionar a Nicaragua por sus vínculos con Rusia e Irán, considerando su exclusión del CAFTA, lo que podría disparar el desempleo al 55 % en ese país. En México, clasifica a los cárteles como terroristas, mientras Elon Musk propone ataques con drones. En respuesta, Sheinbaum moviliza 10 000 soldados en la frontera ante una posible imposición de aranceles del 25 %. Estos sucesos evidencian un enfoque estadounidense que privilegia la reciprocidad en sus relaciones internacionales.
Frente a esta realidad están Trump y sus aliados —Musk con su tecnología, Marco Rubio con legislación— confrontando a líderes como Zelenski y Sheinbaum, que buscan resistir estas presiones. Perú, aunque silencioso, podría ser el próximo blanco de este conflicto entre soberanía e intervencionismo. Tratados comerciales y la estabilidad económica regional podrían depender de las condiciones impuestas por Washington.
No basta con indignarse, hay que actuar. Desde un punto de vista comunicacional, Perú tiene la oportunidad de liderar una narrativa sobre los efectos del “America First” en la región y promover la unidad latinoamericana. Diplomáticamente, es fundamental fortalecer alianzas multilaterales para cultivar una postura negociadora colectiva. Inspirándose en México y Ucrania, que han buscado enfrentar estas presiones con acciones legales, Perú debe priorizar la unidad para salvaguardar su posición. La clave radica en un liderazgo que equilibre audacia y prudencia, autonomía y diplomacia, firmeza e inteligencia estratégica.
De Ucrania aprendemos que la ayuda tiene precio; de México, que la cercanía con EE. UU. no es protección; y de Nicaragua, que desobedecer a Washington cuesta caro. La lección para Perú es clara: su dependencia del TLC con EE. UU. lo hace vulnerable. La solución es la unidad. En un mundo donde Trump negocia con Putin y descarta a Zelenski, el Perú deberá aprender rápido que, bajo “America First”, la lealtad no tiene precio, pero todo tiene un costo. Ante un panorama donde las negociaciones se conducen con intereses propios, es importantísimo que el Perú y América Latina anticipen estos movimientos, evitando quedar atrapados en dinámicas de poder ajenas. Es hora de prepararse antes de que las consecuencias directas nos alcancen. La respuesta debe ser inmediata.
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