¡Amnistía ya!
El presidente del Ecuador Daniel Noboa ha declarado “conflicto armado interno” en su país luego de que una serie de organizaciones criminales le lanzaran el guante al Estado y la democracia en una conflagración con terroristas que amenazan a la sociedad ecuatoriana. El Congreso ecuatoriano ha cerrado filas con el presidente dando una ley de amnistía a todas las fuerzas del orden que combatan a los terroristas. Se supone que su accionar, que puede ocasionar víctimas, no será juzgado en los tribunales. Desde el Perú, donde vamos camino a la penosa y crítica situación que asola el Ecuador, varias voces caviares se han levantado para criticar las medidas legislativas de amnistía otorgadas por el Congreso ecuatoriano. Una de sus principales voceros ha sido la sabelotodo Rosa María Palacios cuyo argumento de descalificación es que las fuerzas al servicio de la democracia y el Estado de derecho no pueden usar los mismos métodos que los terroristas en la medida de que tienen una superioridad moral sobre los delincuentes. RMP repite como papagayo una monserga que no se sostiene o que al menos es debatible y no pinta como la “verdad” que ella decreta como buena caviar. Efectivamente la democracia, la libertad y el Estado de derecho son superiores a su contrario, cualquiera que este fuera. Pero eso es una cuestión subjetiva sobre los fines de la democracia y no sobre sus métodos para defenderse.
Los comunistas, por ejemplo, consideran que la “revolución mundial” justifica una serie de actos brutales contra sus enemigos. Nosotros consideramos que la libertad es un bien que hay que defender a cualquier precio y esto incluye sus métodos. Los Estados no pueden pelear contra un enemigo que tiene las dos manos desatadas mientras su rival se ata una de las manos por cuestiones de “superioridad moral”, típico de los caviares. Lo que hay que tener bien claro aquí, en estas situaciones de emergencia nacional, es el postulado de Maquiavelo de que el fin justifica los medios. La moralina que se ha instalado en la ciencia política no permite ver el sentido común que, tomando una valoración subjetiva de la democracia de forma positiva, todos los medios están disponibles para eliminar a sus enemigos que operan desde las cárceles o fuera de ellas causando la zozobra en la sociedad que solo quiere vivir en paz, con oportunidades y seguridad jurídica que defienda su derecho de propiedad y su vida. En enero pasado se produjo en el Perú una asonada terrorista que se enfrentó con muertos y heridos por parte de terroristas que pretendían reponer en el poder al caco y golpista Pedro Castillo. Siguiendo al presidente del Ecuador y a su Congreso, nuestras autoridades deberían hacer los mismo, a saber: otorgar una amnistía general a todos los miembros de las fuerzas armadas y policiales, así como a los líderes políticos que tomaron la valiente decisión de que esa asonada fuese confrontada y debelada. Esto no sólo sería un espaldarazo a las fuerzas del orden, sino un mensaje a los terroristas que, disfrazados de protestantes, pretenden derrocar a una gobierno constitucional y legítimo y que representa la paz de la libertad, el estado de derecho y la democracia. Para eso existen concretamente las amnistías, aunque les repugne a los caviares. En cuando a la CIDH: ¡a la merde!
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