Anatomía de la recesión que viene
NEW YORK – Hay tres choques negativos de oferta que podrían desencadenar una recesión mundial para 2020.
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El primer choque potencial proviene de la guerra comercial y monetaria sino-estadounidense (…). El segundo se refiere a la guerra fría entre EE.UU. y China por... el dominio sobre las industrias del futuro: inteligencia artificial (IA), robótica, 5G, etc (…). El tercer riesgo importante se refiere a los suministros de petróleo (…), los precios mundiales del petróleo podrían aumentar y provocar una recesión, como sucedió durante las conflagraciones anteriores de Medio Oriente en 1973, 1979 y 1990.
Estos tres posibles choques tendrían un efecto de estanflación, al aumentar el precio de los bienes de consumo importados, los insumos intermedios, los componentes tecnológicos y la energía, al tiempo que se reduce la producción al interrumpir las cadenas de suministro mundiales.
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Además, la guerra comercial y monetaria y la competencia por la tecnología se amplificarán mutuamente.
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Luego de los choques estanflacionarios de la década de 1970, los responsables de la política monetaria respondieron endureciendo la política monetaria. Hoy, sin embargo, los principales bancos centrales, como la Reserva Federal de EE.UU. ya están buscando la flexibilización de la política monetaria, porque la inflación y las expectativas de inflación siguen siendo bajas.
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Dado el potencial de un choque negativo de la demanda agregada a corto plazo, los bancos centrales tienen razón al relajar las tasas de interés. Pero los formuladores de políticas fiscales también deberían estar preparando una respuesta similar a corto plazo.
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Sin embargo, en el mediano plazo, la respuesta óptima no sería acomodar los choques negativos de oferta, sino más bien ajustarse a ellos sin mayor alivio.
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Tales choques no pueden revertirse mediante la formulación de políticas monetarias o fiscales.
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Finalmente, existe una diferencia importante entre la crisis financiera mundial de 2008 y los choques de oferta negativos que podrían afectar a la economía mundial actual. Debido a que el primero fue principalmente un gran impacto negativo de la demanda agregada que deprimió el crecimiento y la inflación, fue recibido adecuadamente con estímulos monetarios y fiscales. Pero esta vez, el mundo enfrentaría choques sostenidos de oferta negativa que requerirían un tipo muy diferente de respuesta política a mediano plazo. Intentar deshacer el daño a través de un estímulo monetario y fiscal interminable no será una opción sensata.
POR NOURIEL ROUBINI