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Anemia en el Perú

Fecha Publicación: 13/08/2022 - 22:40
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En el Perú hay aproximadamente 700,000 niños con anemia. La anemia de acuerdo a la información del Ministerio de Salud es una enfermedad que se origina cuando tenemos poca cantidad de hierro en la sangre, al inicio pasa desapercibida, sin embargo, a medida que el cuerpo se queda sin hierro, los signos y síntomas de la anemia se intensifican y provocan cansancio, incremento del sueño, irritabilidad, mareos, pérdida de apetito. Si no se trata a tiempo, puede volverse grave y ocasionar problemas de salud como aumentar el riesgo del parto prematuro, incremento de la mortalidad materna y riesgo de que se enferme el recién nacido, mayor riesgo de contraer infecciones, niños con bajo desarrollo, crecimiento y rendimiento escolar.

Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) del Instituto Nacional de Estadística Informática (INEI), la anemia infantil en niños de 6 a 35 meses se encuentra en 38.8%, 1.2% menos que en el 2020. Sin embargo, hemos sufrido un grave retroceso en 14 regiones como Puno con 70.4% (7 de cada 10 niños tienen anemia), Ucayali (60.8%), Madre de Dios (58.4%), Huancavelica (57.4%), Cusco (54.1%), Loreto (51.7%), Apurímac (51.1%), Pasco (50.5%), Ayacucho (49.8%), Áncash (40.9%), Amazonas (37.7%), Lima provincias (37.7%), Ica (36.3%) y Moquegua (34.0%). En ninguna región se encuentra por debajo de 20% que vendría a ser definida como una categoría leve de acuerdo a la OMS.

El problema central es que la anemia impacta en la formación del cerebro de los niños por lo que es un problema de salud pública que requiere de todo nuestro esfuerzo para lograr su erradicación. Hace 6 años se trazó el Plan Nacional de reducción y control de la anemia materno infantil y la desnutrición crónica infantil en el Perú, con el objetivo de llegar a 19%; sin embargo, no se ha logrado el objetivo. Toca revisar qué es lo que se hizo y por qué fallamos. Algunas de las causas que se han advertido es la ausencia de un trabajo interinstitucional, la dificultad para que los padres lleven a los hijos a los establecimientos de salud, falta mayor trabajo de campo para acercarse a la población, carencia de agua potable que hace que existan altos índices de parasitosis en los niños que no permite que absorban los nutrientes correctamente, carencia de saneamiento, falta de seguimiento adecuado a las gestantes.

Adicionalmente sabemos que este año post pandemia tenemos un problema de hambruna que sin duda elevará aún más los niveles de anemia. El futuro de estos 700,000 niños está en riesgo si no actuamos inmediatamente, necesitamos un trabajo multisectorial llevado a cabo por los más capacitados con una estrategia clara para combatir este flagelo. El reloj sigue corriendo.

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