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Antauro ya se siente en segunda vuelta

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Fecha Publicación: 13/06/2024 - 22:20
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La campaña presidencial al 2026 ya comenzó, no solo por las pintas en las paredes, sino también por las alianzas públicas que ya se vienen realizando o que están en proceso.

A pesar del revés que significó la nueva ley electoral para los movimientos regionales, que los deja fuera del juego electoral y empodera a los partidos políticos, las maquinarias de muchos de estos movimientos no han perdido tiempo y ya establecieron alianzas con partidos habilitados para postular; resulta claro que sus bases se inscribirán a los partidos y de esa forma apelarán a ganar un cargo de elección popular.

Las alianzas entre partidos inscritos también han comenzado, o por lo menos empiezan a hacer públicas sus conversaciones. El caso de Antauro Humala declarando su acercamiento a la izquierda caviar parece buscar desdibujar la posición radical y conservadora que ha venido proyectando, acercándolo a posiciones políticas más progresistas.

Este acercamiento se perfila como estratégico para Humala, al permitirle alcanzar cuotas de poder político en el actual legislativo, lo que le da chance de expandir su influencia en las bancadas que perdieron su hegemonía y credibilidad luego de la caída de Pedro Castillo (a quien ha prometido indultar); además, le proporciona un equipo técnico que, aunque de izquierda, le permitirá generar un paper que podría llamar plan de gobierno.

Por el lado de la izquierda caviar, tan venida a menos los últimos años, ir con Antauro es una forma de sobrevivir y mantener vigencia política con representantes electos en las próximas elecciones (superar la valla electoral), a pesar del desprestigio que se ganaron al apoyar un gobierno conservador como el de Pedro Castillo, que terminó dando un golpe de Estado.

Pero el proyecto de Humala no parece quedar solo en posibles alianzas con movimientos regionales y partidos políticos, todo indica que, también, ha empezado a consolidar nexos estratégicos en el plano civil-religioso; como ha venido sucediendo por décadas en el Perú, el voto de los evangélicos, que votan en bloque, y que tienen posiciones políticas conservadoras, algunas de las cuales coinciden con lo planteado por Humala en una primera etapa, será determinante en la próxima elección. Debido a la cantidad de presencia que actualmente le dan los medios de comunicación pertenecientes a iglesias evangélicas, se puede suponer que Humala se encuentra en negociaciones bastante avanzadas con sus líderes políticos.

A pesar de que todos estos acercamientos políticos pueden implicar ejes estratégicos en la campaña de Humala, el espectro electoral que parece estar buscando resulta tan amplio que puede terminar debilitando su discurso radical, que, de mantenerse, muy probablemente lo llevaría a una segunda vuelta de postular el 2026, dadas las circunstancias socio-políticas en el Perú, que incluyen un alto desprestigio de la clase política y una criminalidad desbordada que supera a la autoridad, ante lo cual la ciudadanía pide soluciones radicales.

Este tipo de alianzas, de ancha base, con distintas fuerzas, muchas veces antagónicas, suelen hacerse luego de superar el primer obstáculo, que es pasar a segunda vuelta, para lo cual se estila apuntar a una narrativa específica y concreta, capaz de convencer a bolsones electorales con ciertas necesidades políticas: un voto duro que permite competir contra los demás votos duros del total de la oferta electoral.

Todo indica que Humala ya se siente en la segunda vuelta, lo cual puede terminar convirtiéndose en una debilidad para su campaña, impidiéndole alcanzarla, al diluir su oferta radical (su voto duro) para apuntar a un electorado más amplio y abstracto.

Contentar a todos siempre es difícil, y más mantenerlos contentos por mucho tiempo.

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