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Antesala de maltrato (parte I)

Fecha Publicación: 09/01/2019 - 21:10
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En nuestro país vivimos de forma frecuente un clima de inseguridad ciudadana, agresión y hasta salvajismo, esto da lugar a una inestabilidad social que será reflejada en la crianza de los animales.

Es de obligación social saber que la violencia es un acto intencional que puede ser único o recurrente y cíclico, dirigido solamente a dominar o lastimar al otro. En la mayoría de veces esta violencia es ejercida por las personas de mayor jerarquía, es decir las que tienen el “poder” en la relación, es el caso de dependencia en la relación humano – animal. La crueldad animal es una respuesta emocional de indiferencia o también la satisfacción del placer al ver sufrir a otro –esta patología funciona en todos los tipos de maltrato–, este maltrato es tolerado por quienes lo observan y no reaccionan, por niños que crecen viendo esta figura y la imitan, y ese ciclo se hace inacabable y, por el contrario, incuba una plaga emocional carente de valores y conciencia animal.

Los animales en su calidad de dependientes del humano se mantienen inferiores en la escala evolutiva y con ello se nos adjudica una responsabilidad superior en educación social, ya que la crueldad animal y la violencia humana son parte de la misma disfuncionalidad.

Es demasiado triste e indignante escribir estas líneas, pero a su vez, mi énfasis y lucha personal se incrementa tanto como las cifras de abuso sexual animal durante el 2018; el abuso sexual animal se presenta con más incidencia bajo estas características: familias donde habita el alcohol, drogas o donde uno o más integrantes de esa familia ha sido abusado en la niñez, o ha presenciado un acto de violencia, lo que grafica el mismo grado de trauma generado en violencia.

Un animal –perro– violado, víctima de zoofilia, sufre exactamente lo mismo que un niño, niña, o adulto. Nuestra investigación se acogió a los centros de rescate donde habitan las victimas silenciosas, donde muchos de ellos aún no permiten que se les toque en la parte inferior de la columna vertebral, los rescatistas que los cuidan con anuencia veterinaria les suministran ansiolíticos para su aseo ya que su respuesta al cariño es de terror maquillada de agresividad. Estas víctimas pueden ser un gato, gallo, oveja, yegua o cerdo como las más usuales en estas prácticas aberrantes.

Los resultados clínicos indican paraplejia, infecciones y desgarros como consecuencia de los constantes abusos sexuales, la única diferencia con el humano es que ellos no pueden hablar para presentar su denuncia, o para decir “no me lastimes”. Les toca vivir un mundo donde en la medida en que crece el activismo también crece la violencia, donde los actos de aberración son el pan de cada día, donde el humano no tiene límites y arrasa al indefenso. ¿Cree usted que la zoofilia es un tipo de maltrato animal que debe ser penalizado? Continuará.