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Antología de la filosofía y el Perú (I)

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Fecha Publicación: 17/11/2023 - 21:40
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En el fascinante cosmos del conocimiento, la filosofía es esa pareja intrigante que nos seduce con sus reflexiones profundas y nos lleva a andar con interrogantes sin respuestas definitivas. De vez en cuando, nos hace sentir la desesperación de la discrepancia entre la razón y la conducta, pero siempre lo hace con un toque de humor, como un cómplice ingenioso en medio de tanta solemnidad.

La filosofía, en esencia, es esa brújula que guía la mente humana a través del vasto océano del pensamiento. Más allá de la chispa singular de Sócrates y el sarcasmo característico de Nietzsche, esta disciplina milenaria proporciona herramientas para cuestionar, reflexionar y buscar significado en la existencia. Es un arte de hacer preguntas incómodas, un juego de ingenio donde las respuestas generan más preguntas, creando así un ciclo interminable de búsqueda de conocimiento.

El romance de la filosofía comenzó en la antigua Grecia con pensadores como Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes, quienes abandonaron las explicaciones míticas para entender el cosmos. Sin embargo, su apogeo se vivió en el siglo V a. C., con figuras como Sócrates, el maestro de los diálogos inquisitivos, quien desafiaba las mentes a través del pensamiento crítico y la búsqueda constante de sabiduría.

Platón, el discípulo eterno de Sócrates, estableció la célebre Academia en Atenas. Su obra maestra, “La República” (380 a. C.), nos lleva a un viaje filosófico a través del mito de la caverna, explorando la justicia, la moral y la naturaleza de la realidad. Aristóteles, el erudito polifacético, fundó el Liceo y dejó un legado perdurable con “Ética a Nicómaco” (350 a.C.), que sigue siendo una guía ética hoy en día.

Tras la era de Alejandro Magno, la filosofía helenística floreció con Epicuro y su búsqueda del placer, Zenón de Citio y el estoicismo virtuoso, y Diógenes de Sinope liderando a los cínicos en una búsqueda radical de una vida simple y en contacto con la naturaleza.

En la Roma antigua, Séneca y Marco Aurelio, el emperador-filósofo, dejaron huellas duraderas. “Meditaciones” de Marco Aurelio (180 d. C.) ofrece reflexiones personales sobre virtud, autocontrol y la aceptación del destino.
Con la llegada del cristianismo, la filosofía adoptó una nueva perspectiva en la Edad Media. San Agustín de Hipona, con su obra “Confesiones” (397 d. C.), fusionó la filosofía con la teología. Santo Tomás de Aquino, en “Summa Theologica” (1274 d. C.), intentó reconciliar la fe con la razón, cerrando el círculo de influencia de la filosofía aristotélica en la doctrina cristiana.

Y así, regresamos a los orígenes, un ciclo que continuará explorando qué es el Perú, sus virtudes, su destino, y cómo, basándonos en la razón y creencias, puede avanzar hacia el desarrollo sostenible.

 Abogado, docente universitario, consultor legal

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