APRA: 100 años de historia
Hace cien años, un 7 de mayo de 1924, Haya de la Torre entregó a los estudiantes de México la bandera indoamericana, que proyecta la unidad de nuestros pueblos y, a la vez, se considera simbólicamente como acto fundacional de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA.
La historia se inicia en 1915, cuando Haya, de 25 años de edad, integra el Grupo Norte con otros brillantes jóvenes de esa generación, entre ellos César Vallejo, Alcides Spelucín, Antenor Orrego, Carlos Manuel Cox Federico Esquerre, Oscar Imaña y Macedonio de la Torre; la mayoría de los cuales serían parte de los primeros cuadros del aprismo.
En 1917, a los 29 años, abandonó su natal Trujillo para trasladarse a Lima a estudiar derecho en la Universidad de San Marcos y al año siguiente viajó al Cusco, invitado por su tío, el coronel César González Navarrete, nombrado prefecto de la ciudad imperial.
Fue un viaje de gran impacto emocional para el joven Haya, como narró cuando estaba exiliado en La Habana: “Yo no puedo recordar al indio del Perú sin decir mi palabra de protesta y acusación. Quien haya llegado a nuestras soledades andinas habrá visto aquellas grandes masas de campesinos tristes, haraposos y cabizbajos, que llevan entre sus hombros la carga de cuatro siglos de siniestra esclavitud”.
En ese sentimiento, cargado de dolor, encontramos la explicación de la iconografía aprista, representada por el Cóndor de Chavín, así como la recurrente prédica del partido a favor de la reivindicación del indígena.
La lucha al lado de los obreros por la conquista de las ocho horas de trabajo y su activa participación en la Reforma Universitaria, fueron importantes para que lo eligieran presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, en octubre de 1919.
De ahí en adelante su activismo fue vertiginoso y productivo. En marzo de 1920 inaugura en el Cusco el Primer Congreso Nacional, evento donde los asambleístas acuerdan constituir las Universidades Populares, para que los alumnos instruyan a los trabajadores en sus derechos sociales y sindicales, al mismo tiempo que impulsan una intensa campaña contra el abuso del alcohol y la coca, que afectaba severamente a la población nativa.
En 1922 recorre, durante casi cuatro meses, Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile, ofreciendo conferencias y recibiendo el reconocimiento de académicos, intelectuales, políticos y estudiantes. Fue, sin duda, una gira exitosa y de gran impacto que proyectó su liderazgo en ciernes en la región.
Un año después, el 23 de mayo, estudiantes y obreros protestaron ante la decisión del gobierno del presidente Leguía y del arzobispo de Lima, monseñor Lissón, de consagrar el Perú al Corazón de Jesús, evento que colisionaba con los principios de la libertad de credo y la separación entre la Iglesia y el Estado, que constituían banderas liberales en todo el continente.
Ese 23 de mayo los estudiantes se reunieron en el Salón General de San Marcos acordando rechazar ese proyecto. Al finalizar, Haya se encarama en la pileta de San Marcos y arenga a los jóvenes a marchar por las calles de la ciudad para distribuir sus acuerdos.
La policía les cierra el paso y mueren baleados un estudiante y un obrero, Salomón Ponce y Alarcón Vidalón, que más adelante el aprismo consideró como el nacimiento de la alianza obrera y estudiantil, del Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales.
Los acontecimientos se precipitaron cuando los estudiantes rescataron los cadáveres de la morgue para velarlos en la universidad y desde ahí, el día 25, marcharon a enterrarlos al cementerio Presbítero Maestro. Presididos por el rector de la Universidad, Manuel Vicente Villarán y el cuerpo de decanos, unas 30 mil personas, según el diario La Crónica, llevaron en hombros los dos féretros hasta el camposanto, donde Haya pronuncia un célebre discurso recordando el quinto mandamiento: “no matarás”.
Semanas después es detenido en la casa de su amigo y director del Colegio Anglo-Peruano, John A. Mackay, trasladado a la Fortaleza del Real Felipe y luego al penal de la isla San Lorenzo, donde se declara en huelga de hambre. El 9 de octubre es deportado a Panamá. De ahí pasa a Cuba y luego a México, donde simbólicamente funda el APRA continental, a que hacemos referencia al inicio de este sintético artículo.
Con nostálgico fervor, la militancia recordará el centenario en la Plaza de Acho y en todo el país, evento que constituye una magnífica ocasión para anunciar la convocatoria a un Congreso Nacional para elegir nuevas autoridades y un programa de acción para el próximo quinquenio.
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