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Aprender a soltar

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Fecha Publicación: 07/05/2024 - 21:30
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A veces, soltar no es necesariamente un sacrificio ni un adiós, sino más bien un “gracias” por todo lo aprendido, dejar ir lo que ya no se sostiene por sí mismo, lo que no nos deja ser uno mismo, para permitirnos ser más libres y auténticos para recibir así lo que tenga que llegar.

Si pensamos en ello durante un minuto nos daremos de que las mejores decisiones, implican precisamente el tener que soltar algo. Puede que sea un miedo, una angustia, el poner distancia de un lugar o incluso de una persona. La renuncia es parte del proceso de la vida, es algo natural, porque todos estamos obligados a elegir en qué y en quién invertimos nuestro tiempo y esfuerzo, en eso no es la crítica, sino como es el camino de soltar si hoy te das cuenta que quieres cambios en el otro.

Un hecho a tener en cuenta también es que el acto de soltar, por sí mismo, no implica solo cortar esos lazos con personas o situaciones que nos hacen daño, sino también soltar la crítica, los miedos y los juicios. Soltar significa en ciertos casos tener que desprendernos y reformular muchos de nuestros constructos psicológicos, tales como el ego, el rencor, o incluso el propio miedo a la soledad.

Porque quien quiera recibir, debe tener preparado el corazón, más libre de toda esa mochila de cosas completamente innecesarias de egoísmos ni de tormentas interiores.

¿A qué nos aferramos?

Aun sabiéndolo, muchas veces nos resulta difícil soltar aquello a lo que estamos atados, puede ser una relación que no nos hace bien, o el recuerdo de un vínculo afectivo que ya se terminó. Puede tratarse de rutinas o costumbres inflexibles que nos gustaría cambiar, sin embargo, nunca hallamos la voluntad suficiente para emprender el cambio.

Podemos estar atados a situaciones que no aportan en nuestro crecimiento personal pero que mantenemos por miedo de asumir las consecuencias que pueda traer soltarlas, o incluso, podemos permanecer aferrados a pensamientos negativos o a una imagen distorsionada de nosotros mismos, para evadir la soledad.

En cualquier caso, todo aquello a lo que nos aferramos responde a algo sobre lo que debemos trabajar en nosotros mismos. Tal vez reconocer nuestros apegos se convierta en una invitación para fortalecer nuestra autoestima, para hacernos más conscientes de todo lo que nos rodea, para ser más valientes y decidir tomar el riesgo de perseguir nuestros sueños.

• Hemos de renunciar a nuestra necesidad por mantener siempre el control sobre los demás. Es necesario “ser” y “dejar ser”. Quien reclama libertad personal para crecer debe ser capaz a su vez de poder ofrecerla.

• Renuncia a la necesidad de tener siempre la razón. Asumir el equívoco es crecer y saber guardar silencio cuando el momento lo requiere es un acto de sabiduría.

• Suelta tu ego, libérate de la necesidad de impresionar, de tener que competir, de reclamar la atención cuando nadie te observa, de buscar cualquier falsa compañía cuando temes a la soledad. Suelta tu miedo para permitirse ser auténtico, para ser tú mismo, esa persona que es tan capaz de dar, como de recibir.

En conclusión, en esta compleja pero apasionante lucha cotidiana por ser felices, todos nosotros deberíamos practicar el saludable ejercicio de soltar lo que nos pesa, amar lo que ya tenemos y ser agradecidos ante todo lo bueno, que, sin duda, está por llegar.

¡Espero que a través de esta lectura pueda animarte a tener otra perspectiva de las circunstancias para una relación saludable contigo mismo, lo cierto es que, si queremos recibir algo nuevo, debemos estar preparados y hacer espacio para lo que viene!

Espero que te hay gustado la práctica de hoy, puedes contar conmigo para hacerte brillar, búscame como Zu Ghersi Instagram ? https://www.instagram.com/zusetteghersi/

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