Argumentum ad lazarum
Hay muchas maneras de lograr nuestro cometido, nuestros objetivos y metas. Principalmente se separan en dos: el camino correcto y el incorrecto. Por más que sabemos cuál es el camino que debemos tomar, muchas veces somos tentados por el lado oscuro para elegir el sendero más corto y más fácil. En el discurso, lamentablemente, a veces somos incapaces de identificar la mentira a tiempo y aceptamos falacias argumentativas como la que titula esta columna: argumentum ad lazarum.
Esta falacia es relevante hoy más que nunca por el señor que ocupa el cargo de presidente en nuestro país. Pedro Castillo es la representación gráfica de este recurso argumentativo incorrecto.
Esta mentira lleva su nombre por la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro que se encuentra en el evangelio de Lucas. Argumentum ad lazarum sugiere que la humildad de un individuo lo hace merecedor de la verdad. Si hay una disputa entre un rico y un pobre, se le atribuye la razón al pobre por su humildad, indiferentemente de las características del debate.
Llevando esta humildad al presente, esta falacia se puede reinterpretar con la victimización percibida del individuo. La verdad ahora es propia de quien aparente mayor capacidad de oprimido.
Pedro Castillo y su entorno están muy bien familiarizados con este recurso argumentativo y lo utilizan todos los días. Proyectan la condición de humildad y víctima del Presidente, sus familiares y allegados, y evocan la empatía de la población a través de la opresión aparente que padecen.
Es importante, por eso, el saber identificar de qué mentira se trata para exponerla. Es necesario que los peruanos sepamos diferenciar entre mérito y humildad, ya que esta falacia no solo se aplica al Presidente, sino también a un puñado de congresistas quienes lograron poner su curul en una curul gracias a la confusión que genera esta mentira.
Esto no significa, por supuesto, que la verdad recaiga en aquella persona no humilde, sino que la razón no es inherente a la humildad y no debe ser atribuida de manera subjetiva por prejuicios de ningún tipo.
Lamentablemente, el progresismo hegemónico no contribuye para evitar la normalización de esta falacia, ya que, por el contrario, ha creado esquemas de grados de victimización, según las características demográficas del individuo, logrando que la razón quede diluida por el sentimentalismo que evocan los diferentes niveles de opresión que la persona logra proyectar en la sociedad.
Pedir la vacancia de Pedro Castillo por los presuntos actos de corrupción en los que estaría envuelto, no es un acto racista o clasista. Por el contrario, es un acto de sensatez y cordura exigir que se aplique la ley, como lo manda la Constitución.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.